Los problemas de ingesta de comida (anorexia y bulimia) presentan una alta prevalencia ambulatoria que, en ocasiones, precia un ingreso hospitalario durante semanas o meses. Muchos clínicos han afirmado que las disrupciones y protocolos generados por el COVID en estos centros u hospitales hacen bastante difícil ofrecer tratamientos con la evidencia científica adecuada a estos perfiles de pacientes. La falta de evaluaciones cara a cara, en muchas ocasiones con un seguimiento personalizado y exhaustivo limita mucho el trabajo de los clínicos, sobretodo en los casos más graves (peso muy bajo, conductas autoagresivas….).