Si uno busca en Internet trucos o consejos sobre cómo motivarse y ser más productivos con las tareas que nos toca hacer (ya sea que nos guste o no), seguramente nos sintamos abrumados por la enorme cantidad de información con la que nos encontraremos, siendo mucha publicidad encubierta además. La cantidad de libros, charlas, métodos, gurús, etc. orientados hacia la eficiencia en nuestro uso de nuestro tiempo es enorme, siendo por así decirlo una industria multimillonaria. Y máxime viviendo en un contexto socioeconómico basado en el consumismo, ya que este tiene que ser una rueda que no puede parar de girar. Y los humanos claro que hacemos cosas (nos va la supervivencia en ello), pero quizás haya que aclarar algunas ideas que se nos han ido diciendo a lo largo de las últimas décadas.
Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (3 abril 2024). Audio cortesía de Jorge Martínez.
Atención y concentración
En primer lugar, considero que hablar de constructos como la atención y la concentración es complicado, ya que por ejemplo no existe todavía consenso sobre qué tipos de atención habría y cómo se dividirían exactamente, aunque sus bases y circuitos neurales tengan bastante sustento empírico. Habría además una enorme variabilidad individual en la manera que tenemos de concentrarnos, con lo que un consejo perfectamente válido para una persona sería perjudicial para otra. Por ejemplo, está bien estudiado qué pautas concretas habría que dar según nuestro tipo de personalidad. Si alguien tiene tendencia a los pensamientos rumiatorios y a preocuparse mucho por todo lo que le rodea, lo que en psicología se llama Neuroticismo, las directrices irían hacia animar a hacer, no en que esté todo bien preparado y en condiciones óptimas para empezar a trabajar, rompiendo ese pensamiento mágico de “este checlkist tiene que estar perfectamente cumplimentado para ser productivo”. O si alguien es extravertido (tiende a ver el mundo según los actos e intenciones de otras personas) habría que animarle a tener una monitorización propia y no depender tanto de los demás; y con alguien tirando hacia lo introvertido sería que buscara apoyos en mentores externos y no tanto revisarlo todo uno mismo.
La idea sería que no solamente la capacidad cognitiva (la inteligencia de alguna manera) está relacionado sobre cómo hacemos las cosas, complicando un poco el tema porque ya serían más variables a medir de las que muchas veces tampoco tenemos acotaciones claras y definidas.
El agotamiento del ego
Esta idea, que fue canónica hasta hace nada, presenta la idea de que nuestra capacidad atencional sería de alguna manera como una barra de energía de un videojuego, es decir, que en cuanto hacemos muchas cosas esta se gasta y con ella se va nuestra capacidad de concentrarnos de manera eficiente de lo que queremos hacer. Esto también estaría relacionado con la facultad de evitar tentaciones, habiendo por ejemplo un estudio que decía que cuanto más largo y duro haya sido nuestro día de trabajo, más difícil nos será esquivar la tentación de pedir comida basura de vuelta a casa.
La idea desde luego es intuitiva, y claro que existe un componente metabólico (la glucosa) en la habilidad de ser productivos, pero en los últimos años esta idea de “descarga y ya está” de nuestra atención está siendo muy rebatida. Lo que se refuta de esta teoría es que no se tiene en cuenta la motivación que ponemos en lo que hacemos, habiendo estudios incluso que explican que dicha motivación se “crea”, básicamente desarrollando el concepto de que la actitud previa hacia la tarea sería lo que marque cuán rápido baja nuestra atención en lo que hacemos. Es decir, si algo nos motiva y aplicamos las estrategias adecuadas para enfrentarnos para ello (buena preparación y organización) directamente habría una retroalimentación de la atención: cuánto más hacemos, más capacidad tenemos de seguir haciendo.
Por ello, es realmente importante tener en cuenta el grado de coherencia que tenemos con nuestras obligaciones. ¿Despreciamos profundamente a lo que nos enfrentamos? ¿Estamos realmente motivados ante el reto que tenemos delante? La realidad iría más hacia una escala de grises que a una dicotomía permanente, con lo que dividir las tareas en nuestro gusto por ellas sería el paso previo más importante. Aquellas que nos resulten fáciles irían por más por dejarlas fluir y en aquellas otras que nos desagraden un truco podría ser desmenuzar la tarea en checklists pequeños para de alguna manera nos autoengañemos de que hemos avanzado mucho, y seguir motivándonos para poder terminarlo.
Procrastinación y manejo del tiempo
Otra palabra muy escuchada sería la procrastinación, aquella tendencia tan humana de dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy. Las teorías actuales irían en el mismo sentido que en lo comentado con el agotamiento del ego, siendo clave el incentivo motivacional de lo que nos enfrentamos. Por eso tampoco creo que haya que dirigir todo nuestra gestión del tiempo a organizarnos meticulosamente, sino que tenemos que evaluar el valor intrínseco que damos hacia lo que tenemos delante.
Y hablando de la gestión del tiempo, siendo este y el espacio las dos categorías por las que los humanos nos movemos por el mundo, suele haber unanimidad de que es el constructo más difícil de medir. Un kilómetro de distancia es un kilómetro de distancia (lo mismo da si lo medimos en millas, yardas o pies), pero, ¿es lo mismo para todo el mundo una hora? El acuerdo existe, pero la percepción es relativa, por eso está estudiado que las personas con mayor capacidad de productividad miden sus tareas en el tiempo que les ocupan, no en lo material de las mismas. Esto es evidentemente más difícil y requiere de un entrenamiento y preparación mayor, pero se puede conseguir siendo sistemático y preocupándonos por lo que se denomina metacognición, es decir, pensar sobre como pensamos. Los expertos afirman que la monitorización constante (y no ir haciendo cosas por hacer) es lo que marca la diferencia, siendo está capacidad organizativa en función exclusivamente del tiempo algo que no es fácil de conseguir.
¿Y qué estrategias habría para evitar la procrastinación? Ojalá hubiera una receta mágica y fácil, pero como cualquier habilidad, requiere paciencia y un proceso bien gestionado de ensayo-error, ya que así es como aprende nuestro cerebro.
Lo primero que habría que tener en cuenta es que nuestro sistema de atención y motivación es algo oscilante y cíclico, no lineal. En un estudio por ejemplo se vio que estar más disperso ante una tarea puede hacer que nos demos cuenta de patrones ocultos (utilizando el pensamiento divergente) mejor que si estamos totalmente concentrados en ella.
Por ello y como he ido mencionando es muy importante observar nuestro propio rendimiento. Hay personas que están más activadas por las mañanas y otras por las tardes, es un tema fisiológico generalmente innato, con lo que la clave consiste en ajustar el tipo de tarea que hacemos en función de la hora del día. Otro consejo sería dejar atrás la idea de que la productividad es algo hacer algo constantemente.
El burn-out, los trastornos de ansiedad e incluso las enfermedades físicas a partir del trabajo sin descanso son muy reales, y es realmente importante tener un descanso pautado que nos permita desconectar de lo que estamos haciendo. No somos máquinas que podemos encender y apagar un interruptor de lo que estamos haciendo, sino que es más recomendable hacer escaladas progresivas tanto como de ponernos a trabajar como de ponernos a descansar. El cuerpo tiene un límite de lo que puede aguantar y no merece la pena vivir las consecuencias de superarlo, porque algunas de ellas pueden acabar siendo permanentes o crónicas.
Bibliografía
- Bidjerano, T., & Dai, D. Y. (2007). The relationship between the big-five model of personality and self-regulated learning strategies. Learning and individual differences, 17(1), 69-81.
- Lavie, N. (2010). Attention, distraction, and cognitive control under load. Current directions in psychological science, 19(3), 143-148.