Enamorarse es el primer paso en la formación de la pareja. Es el instinto reproductor condicionado por una relación ilusoria hacia una persona a la que se proyecta el “mapa del amor” ideal. A nosotros nos gusta llamarlo, parafraseando a Ortega y Gasset, estado de estupidez transitoria.

El enamoramiento genera una tensión pasional bioquímica de fuertes vaivenes similares a una adicción. Cuando sentimos atracción por alguien existen una serie de cambios neurológicos y bioquímicos en nuestro cerebro, se libera una hormona (dopamina y norepinefrina) en la zona hipotalámica que nos hace estar mucho más sensibles. Sudamos, estamos nerviosos, aumenta la presión arterial y el pulso, idealizamos a la persona amada, necesitamos estar cerca de ella, tenemos sueños y presentamos ideaciones recurrentes con ella.

Este exceso emocional dura, como mucho, dos años. Si el enamoramiento es correspondido, hay que tener cuidado de que ese amor romántico no lleve a la dependencia dejando que la otra persona abuse de esas emociones hasta llegar al maltrato. Si no es correspondido, la situación anímica podría generar una profunda tristeza y desazón.

León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (13 diciembre 2017). Audio cortesía de Jorge Martínez.

¿Qué sucede cuando la persona enamorada no es correspondida?

Que una persona provoque una atracción en otra no quiere decir que se produzca un sentimiento recíproco. De hecho, es frecuente que una persona se enamore sin ser correspondida, sobre todo en la adolescencia, aunque normalmente las no correspondencias amorosas son temporales y cicatrizan sin mayor dificultad con el paso del tiempo. Sin embargo, hay personas que, años después, aún no ha podido olvidar un primer amor grabado en su mente de tal modo que ha condicionado el resto de su vida afectiva (suelen buscar siempre el mismo patrón físico o de carácter, como si quisieran encontrar un doble de la persona que un día no les correspondió). Esta situación resulta frustrante porque genera una comparativa donde siempre gana ese antiguo amor no correspondido.

¿Por qué cuesta tanto encontrar pareja?

Un problema común en muchas personas es sentir frustración por no haber encontrado pareja. Ver como amigos y familiares han encontrado la estabilidad amorosa no hace más que empeorar la situación, pero muchas veces eso sucede porque la propia persona es la que pone trabas:

  • Idealiza lo que le gustaría encontrar en una pareja.
  • No quiere cambiar su estilo de vida.
  • Por falta de confianza: Una mala autoestima o experiencias pasadas le impiden intentarlo.
  • Se empeña en comparar una relación actual con otras que han fallado.

Para eliminar estas barreras que uno mismo se impone para buscar pareja hay algunas pautas que pueden ayudar:

  • Mantenerse constante en la búsqueda y aprender de los errores.
  • Dejar a un lado las experiencias previas o usarlas sólo como ejemplos de aprendizaje.
  • Trabajar la autoestima. Lo primero es quererse a uno mismo.
  • Aprender a socializar. Es clave para tener más oportunidades.
  • Mantener expectativas realistas.

Demostrar afecto

Nuestra amplitud de sentimientos y demostraciones de afecto es muy amplia. Podemos amar a varias personas de forma distinta. Podemos querer a una persona y enamorarnos de otra. No obstante, no suele ser práctico debido a la confluencia espacio-temporal que conlleva y a los conflictos en las atenciones que podría generarnos. También podríamos añadir que el concepto de “amor” va íntimamente ligado al contexto sociocultural en el que vivimos, siendo muchas veces moldeado en función del modelo económico, que actualmente promueve unas relaciones humanas en vorágine y de tipo de usar y tirar, totalmente asociado al modelo de sociedad de consumo en el que nos encontramos.