Desde hace milenios el miedo a la muerte es una característica fundamental en nuestra especie y no es para nada extraño que seamos especialmente sensibles a cualquier sensación o prueba de que esta es inminente. En el ámbito clínico, los conceptos más exactos serían dos entidades diagnósticas denominadas trastornos de síntomas somáticos (hipocondría) y trastorno de ansiedad sobre la enfermedad (nosofobia).
Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (16 noviembre 2022). Audio cortesía de Jorge Martínez.
Hipocondría y nosofobia
La hipocondría sería el miedo y ansiedad exacerbada y recurrente a que unos síntomas somáticos puedan ser graves y suelen llenar los centros de atención primaria.
Las personas nosofóbicas tienen un miedo excesivo y persistente por padecer o contraer una enfermedad grave. Suelen evitar ir al médico.
Además, existen datos de que en esta sociedad hiperconectada este problema se pudiera estar agravando, ya que al ser considerados diagnósticos en donde el contagio social es un factor importante, existe una especie de retoralimentación o refuerzo positivo a las sensaciones que pudiéramos tener sobre tener los síntomas de cualquier enfermedad. De hecho, la alta prevalencia de los niveles de ansiedad también ayudan a que estas preocupaciones permanezcan, añadiendo el componente de introspección constante que nos ayuda a estar hiperalerta a cualquier sensación y pensamiento que tengamos.
Y para rematar, existen pruebasde que algunas webs en las que te hacen un “diagnóstico” (muchas comillas) exagerado a partir de los síntomas que tu introduzcas (un dolor de estómago es un cáncer). Al final, lo único que buscan es venderte un producto exagerando sus síntomas para su propio beneficio, con un claro conflicto de intereses detrás.
Hipocondriasis y trastorno facticio
Existe un matiz importante en la explicación, que es la división que hay entre hipcondriasis y el síndrome de Münchausen (o trastorno facticio). En el segundo, los síntomas son claramente inventados, existiendo una intención clara de ganancia o incluso prestigio social a través de la enfermedad simulada (la gente te hace caso, cobras dinero de seguros…). Pero como todo en la vida, no todo es blanco y negro y la línea entre ambos diagnósticos puede ser bastante difusa como en algunos casos vistos en consulta en donde el paciente primero simula de manera clara cierta sintomatología para al final acabar de alguna manera creyéndose o sugestionándose de lo que está simulando, sufriendo realmente por la posibilidad de tener una enfermedad real.
En que en la hipocondriasis,los síntomas que generan la preocupación sobre la enfermedad no tienen que ser totalmente inventados. Es decir, podemos tener dolor de estómago, presión en el pecho, jaquecas fuertes que sean totalmente reales, pero cuya presencia constante provoque una preocupación exagerada.
Por poner un ejemplo concreto, la sobresaturación del sistema sanitario y elevado burn-out de muchísimos médicos hacen que muchas personas se sientan deshumanizadas y maltratadas en su búsqueda de alivio a sus padecimientos, haciendo subir sus niveles de ansiedad y preocupación, e incluso alimentando el pensamiento mágico o la curación instantánea con todo tipo de pseudoterapias; porque insisto, el dolor que sienten no deja de ser real.
¿Cómo se podría abordar esta problemática?
A nivel clínico, se suele manejar la intervención a través de unos de los síntomas principales de la hipocondriasis, que serían los pensamientos intrusivos y repetitivos que nos provocan malestar y a los que buscamos aliviar lo más rápido posible. Esta sintomatología es compartida en otros diagnósticos, así como la distorsión de la sensación o la imagen corporal que también existen en el trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno dismórfico corporal y trastornos de la alimentación. En todos existiría un ciclo de refuerzo entre la obsesión y la compulsión, sintiendo un pensamiento intrusivo que nos genera malestar (dolor físico) y búsqueda de soluciones ante dicho malestar (buscar constantemente información en Internet para aliviarlo).
Por ello es tan importante recalcar en que este bucle que acabo de citar se retroalimenta y se refuerza. Es decir, el alivio instantáneo que produce la compulsión de la búsqueda de la información en este caso concreto será altamente nocivo a largo plazo, ya que nuestro cerebro, al estar programado para buscar inferencias o asociaciones constantes en la realidad, de alguna manera solo aumentará los niveles de comprobación futuros. Por eso es tan importante intentar asumir que la búsqueda inmediata de alivio del malestar no es tal.
Estrategias para disminuir los niveles de malestar
Si el malestar es muy grande, o como ocurre en la vida de algunas personas, la creencia de la presencia de la enfermedad es sobre lo que gira toda su vida, lo primero sería pedir ayuda profesional.
Como base, sería volver a recalcar en romper el ciclo de obsesión-compulsión y los pensamientos rumiativos asociados; identificando por ejemplo aquellas conductas de seguridad que podemos hacer incluso de manera preventiva, como por ejemplo estar buscando siempre una silla allá donde vamos, ya que pensamos que si estamos tiempo de pie, nos cansaremos, nos dolerá el pecho, y esto ideas de que sufriremos un infarto o un ataque de ansiedad. Es la concatenación que tenemos que romper, asumir que el cuerpo muchas veces nos duele de manera aleatoria (cambios de clima) y que no podemos buscar una causa específica y grave a cada malestar que sintamos.
También puede ser útil buscar tener un nivel basal no muy elevado. No estar activados fisiológicamente de manera constante ya que esto suele producir pensamientos más catastrofistas. Igualmente, la importancia de una buena higiene del sueño, rutinas de deporte, ejercicios de respiración y relajación…. Y sobre todo, no buscar la reafirmación constante ni buscar 17 opiniones médicas diferentes sobre malestares nuestros o de nuestro entorno.
Bibliografía
- Creed, F., & Barsky, A. (2004). A systematic review of the epidemiology of somatisation disorder and hypochondriasis. Journal of psychosomatic research, 56(4), 391-408.
- Pascual-Vera, B., & Belloch, A. (2018). Functional links of obsessive, dysmorphic, hypochondriac, and eating-disorders related mental intrusions. International Journal of Clinical and Health Psychology, 18(1), 43-51.