Nos gusta más hablar de relaciones tóxicas más que personas tóxicas o malvadas (pareja, amigos, trabajo, hijos-padres, compañeros de trabajo, familia…). Cuando hablamos de personas con maldad nos referimos a aquellas que repiten patrones de conducta negativos hacia los demás convirtiéndolos en sus víctimas. Son individuos que no se autocensuran nunca.

La maldad no es algo sólo atribuible a personas mezquinas pues suele estar condicionada por factores ambientales. Cualquier persona puede actuar con maldad en un momento determinado aunque después el remordimiento hace que se cuestione su proceder, sin embargo existen personas realmente malvadas, psicópatas (personalidades antisociales) de forma permanente que no son fáciles de detectar. Son sujetos que no reconocen o niegan su parte de responsabilidad y son inmorales; manipulan para rebajar a los otros y de este modo adquirir ellos una buena autoestima y el poder y control. No tienen ni compasión ni respeto por los demás, ya que su relación con ellos no les afecta dándose diferencias entre lo que dicen y lo que hacen. En el ámbito laboral encontramos a estas personas tóxicas, en mayor medida, en profesiones que se basan en la apariencia y el fingimiento (política, negocios o liderando grandes movimientos espirituales) sin ningún otro interés más que el económico-poder.

León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (24 octubre 2018). Audio cortesía de Jorge Martínez.

La víctima de un malvado ciertamente sufrirá de estrés ya que el comportamiento de éstemina el estado de ánimo de su víctima, hace aumentar su ansiedad e incluso puede convertirse en una tortura, por ello, ante una persona tóxica lo mejor es alejarse de ella, dejando la distancia más efectiva posible. Como esto último no siempre será posible, una buena opción es mantenerse indiferente, ya que hacerle ver lo detestable de su comportamiento puede tener efectos contraproducentes.

Consejos para la pareja y familia que convive con una mala persona

Como lo habitual es que la persona tóxica culpabilice siempre a los demás, lo primero es darse cuenta de este proceso de culpabilización de todo problema en el conflicto conyugal o familiar. Después asumir que, alguien a quien se quiere, presenta un trastorno de la personalidad que resulta peligroso; cualquier cosa que haga o diga se puede volver en su contra, es mejor callar. Una opción aconsejable para determinadas ocasiones, es que una tercera persona haga de mediadora.

La víctima debe actuar cuanto antes para impedir que las cosas sigan dando vueltas sin solución. Aunque esto producirá una crisis, es la manera en que se puede llegar a provocar el cambio, es la única vía posible de solución o, al menos, de mejoría. Cuanto más se retrase esta crisis, más violenta resultará. Y resistir psicológicamente, aunque es posible que para ello se necesite la ayuda de un profesional.