El culto al cuerpo y a la energía vital juvenil exacerbado que existe hoy en día sin duda que hace una noticia relacionada con una grave enfermedad puede tener efectos devastadores. Nuestra sociedad occidental, tanto lo paliativo como la muerte, se ha escondido, medicalizando todo el proceso para hacer luego un ritual de despedida (como suele ser un funeral) que a bastante gente le resulta incómodo o ingrato.

Hay que decir que la alta esperanza de vida que tenemos hoy en día nunca había sido alcanzada por ninguna sociedad humana, por lo que esta especie de shock o de aversión evitativa ante la muerte sea normal aunque sea anómalo históricamente. Por ejemplo, en la Edad Media la mitad de la población moría antes de los 5 años.

Siempre ha habido un contacto más directo con la muerte, en donde para muchas religiones no era sino el principio de un camino, o directamente un paso previo para una próxima reencarnación. Estar menos en contacto directo con la experiencia de la muerte suele hacer que el rito de paso sea menos gregario y más incómodo que en épocas pretéritas.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (2 noviembre 2022). Audio cortesía de Jorge Martínez.

El proceso de la asunción de una grave enfermedad

Lo más clásico serían las famosas cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Ya que una noticia de diagnóstico de una grave enfermedad conlleva la pérdida de libertad personal, vivir por si tendría un dolor crónico, la incertidumbre de si voy a morir pronto… No obstante, hay que añadir que el estudio que las tipificó se realizó en un entorno bastante concreto, en un hospital con personas con enfermedades terminales. Aunque tengan validez clínica y hasta sentido común, no tienen porqué ser trasladables a todas las situaciones en donde se supone un duelo o pérdida (alguien cercano, una enfermedad grave pero no terminal).

Igualmente, recalcar la gran diferencia individual entre las personas, en donde a algunos el shock inicial puede durar mucho tiempo y en otros menos. La idea es estar pendiente de evitar un estado de ánimo demasiado deprimido o ansioso durante bastante tiempo después de recibir la noticia, pero no tenemos porqué comprar la idea de “sonríe y mira la vida de forma positiva”.

Existen estudios que dicen que veteranos de guerra que muestran los mejores síntomas de recuperación de estrés post-traumático suelen ser los que tienen recaídas más pronunciadas algunos meses más tarde. Por ello hay que adaptarse y asumir que puede ser un proceso largo y complicado, y a hacer caso a los profesionales que nos estén tratando.

Crecimiento postraumático

Existe un concepto interesante que me gustaría comentar que sería el denominado crecimiento post-traumático. Es decir, cuando recibimos una noticia de sufrir una grave enfremedad suele ser un acontecimiento traumático que hay que gestionar lo mejor posible para que no sume otro problema más adelante añadido a la enfermedad. Un trauma no resuelto o procesado adecuadamente es más difícil de tratar cuanto más tiempo pase.

La idea principal sería de alguna manera darle la vuelta a ese hecho traumático para integrarlo en nuestra vida, que forme parte de ella y siga como un acicate positivo ante los retos que nos tenemos que enfrentar. De nuevo, no con un pensamiento mágico de “todo irá bien porque me gustaría que fuera así” (que suele acabar de manera catastrófica) sino observar y trabajar que aspectos de nuestra vida, incluso mejorado después de esa noticia. Este crecimiento post-traumático constaría de 5 factores:

  • Fuerza personal.
  • Nuevas posibilidades.
  • Relaciones sociales que han mejorado.
  • Crecimiento espiritual.
  • Aprecio por la vida.

Dividir este “trabajo” personal que tenemos que hacer para gestionar tanto la noticia de la enfermedad como el manejo de la misma después, creo que nos puede ayudar a simplificar una tarea que puede parecer titánica pero que incluso, en algunas ocasiones, puede ser un cambio positivo en nuestra vida.

Trabajar en el crecimiento postraumático

En cuanto a la fuerza personal, sería aumentar nuestros sentimientos de competencia, confianza, humildad. En las posibilidades, sería generan nuevos intereses o perspectivas, abriéndonos ante nuevas maneras de vivir y trabajar. Con las relaciones sociales sería encontrar nuevos sentidos de pertenencia, mostrar una mayor vulnerabilidad emocional a personas de confianza, generar vínculos más fuertes. En el crecimiento espiritual sería desarrollar creencias con un sentido vital claro, mayor nivel de conciencia del mundo que nos rodea, un sentido o transcendencia vital aumentada. Y en el aprecio por la vida tendríamos un mayor sentido de gratitud, saber mejor nuestras prioridades.

Finalmente, padecer una grave enfermedad no es algo que vaya a mejorar nuestra calidad de vida (justo lo contrario), pero ya que ha ocurrido y no podemos cambiarlo, podemos utilizar las herramientas a nuestra mano para analizar la realidad que nos rodea de manera más lúcida y adapatativa.

Bibliografía:

  • Taku, K., Tedeschi, R. G., Shakespeare-Finch, J., Krosch, D., David, G., Kehl, D., … & Calhoun, L. G. (2021). Posttraumatic growth (PTG) and posttraumatic depreciation (PTD) across ten countries: Global validation of the PTG-PTD theoretical model. Personality and Individual Differences, 169, 110222.
  • Thompson, S. C., & Kyle, D. J. (2021). The role of perceived control in coping with the losses associated with chronic illness. In Loss and Trauma (pp. 131-145). Routledge.