Estamos viviendo unos años de auténtica frustración. Están surgiendo continuamente casos de corrupción que no es que vengan de los años anteriores a la crisis en la que todavía estamos inmersos, sino que se han dado cuando ya estábamos de lleno en ella, y nos preguntamos cómo estos casos nos afecta psicológicamente como sociedad y de manera individual como personas.

Como sociedad afecta de tal manera que puede acabar con ella. Si permitimos que unas personas, por el hecho de tener el poder, sean capaces de medrar y de enriquecerse a través de los medios, muchas veces ilícitos que utilizan, automáticamente como sociedad nos hace sentirnos mal y tener esa visión negativa de no ser un pueblo organizado, unido, y con un fin común. Como personas también nos daña y nos lleva a preguntarnos ¿qué pasa con mis impuestos?, ¿cómo los usan?, ¿dónde va a parar ese dinero cuando estamos viendo como nos recortan la sanidad, la educación, la investigación…? Preguntas que nos hacen sentirnos mal y quemados ante estas situaciones.

Audio: León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (29 octubre 2014). Cortesía Nacho Arias.

Pero está claro que también es un problema social. Ya en el Siglo de Oro valorábamos al pícaro, al Lazarillo que engañaba al ciego. Nuestra propia filosofía, la picardía, la mentira y la ocultación ante el poder es una estrategia que es valorada positivamente por el español en su historia cultural. Así todo, ¿estamos ya inmunizados contra todo esto que está sucediendo?

¿Es esto sólo la superficie de todo lo esquilmado a este país por la corrupción o falta mucho por conocerse?

Hace años ya se hablaba de que esta crisis no era sólo económica sino también de valores y efectivamente estamos comprobando que es así. Esto nos lleva a preguntarnos si la corrupción forma parte de nosotros como sociedad. La sociedad muchas veces no denosta al que roba, engaña y saca provecho para sí a costa de los demás o del Estado. Por otro lado, hay que valorar la clase de dirigentes que tenemos. Cuando son personas narcisistas que valoran más que nada su propio ego, se rodean de aduladores o son personas antisociales en el terreno político que sólo se interesan en conseguir sus objetivos, medran para conseguir lo que desean, les importa muy poco la ciudadanía. Cuando engañan no basta con pedir perdón, aunque esto sea muy loable.

Perdón y algo más…

A los que tenemos una cierta edad, de niños nos enseñaban que lo primero era el dolor de los pecados, es decir tiene que molestarnos la “mala” acción cometida; después el propósito de la enmienda, es decir confesarlo y no querer volverlo a hacer y, por último, cumplir la penitencia, cosa que tiende a evitarse porque no somos capaces de asumir nuestras propias responsabilidades. Estamos viendo que aquí no pasa nada, se puede mentir en un juzgado porque no tiene ningún coste, nos defendemos mintiendo y eso no tiene ningún castigo. Si no hay consecuencias negativas, si no hay costo de respuesta, como decimos en psicología, las personas tendemos a repetir o mantener la misma conducta, es decir continúa la corrupción.

Nuestros líderes

Si ahora todo vale y no hay ningún tipo de normas, y los líderes que tenemos no dan ejemplo, la sociedad se pregunta si eso es lo que hay que hacer, si eso es lo normal. Los líderes tienen que dar ejemplo y al mismo tiempo purgar esas situaciones. Si uno es jefe y controla a un equipo es parte responsable de ese equipo, y si allí hay gente que es corrupta se está permitiendo algo que o no sabía (si no sabe no vale para ser líder) o lo ha permitido, lo que es mucho peor. Hay que cambiar a los líderes que permiten la corrupción. Cambiar la Ley, si es necesario, porque se persigue más al ladrón de gallinas que al de guante blanco. No se nos explique, háganlo.

¿Cómo afecta psicológicamente la corrupción en el ánimo de las personas?

Una persona que no tiene trabajo, no tiene suficiente para sobrevivir y tiene responsabilidades familiares… no puede entender esta corrupción. Es un elemento más de decepción y desmotivación de una sociedad que no entiende. Es un maltrato sistemático el que los políticos corruptos nos hacen y que no podremos aguantar sine die. Necesitamos gente renovadora que ponga límites y coto a esta situación.