Es uno de los conceptos más complejos de definir aunque es un objetivo que casi todos nosotros anhelamos. En función de mi experiencia como psicólogo clínico habría dos conductas que me harían pensar que alguien presenta un estado de felicidad:
- Estado de bienestar emocional donde se une a unos pensamientos equilibrados y a unas conductas que safisfacen y disfruta el sujeto con ellas.
- Estado de espera de algo que nos complace mucho y por lo que hemos luchado y deseado para conseguirlo.
Observo que las personas con un estado de bienestar consiguen momentos de fluir y disfrutan de momentos de equilibrio interior y exterior.
La genética de la felicidad
Nuestra base genética está programada para ser optimistamente inteligentes. Las endorfinas, dopamina y serotonina son hormonas que nos producen placer y que hacen que desarrollemos conductas para conseguir este bienestar.
Nuestra visión del mundo está condicionada para tener una visión positiva de la realidad y creer que podemos superar todos los problemas y avatares que tengamos. Sólo así hemos podido sobrevivir como especie.
León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (3 abril 2013). Audio cortesía de Nacho Arias.
La búsqueda del bienestar
En varias encuestas donde se preguntaba el grado de felicidad se las personas más felices eran las que vivían en una ciudad como León (entre 5.000 y 250.000 hab.) las que tenían un mayor grado de satisfacción. Antes de la crisis actual, 2/3 de españoles nos considerábamos felices y 7 de cada 10 españoles nos sentíamos satisfechos con nuestro empleo.
Pensamos que cada persona tiene sus propias metas y anhelos. Podríamos hacer una lista de lo que desearíamos conseguir para tener un mayor grado de satisfacción y sería conveniente luchar por ello.
Sabemos que en el camino a su consecución y no en la meta misma suelen esconderse los pequeños momentos que nos hacen tener un mayor grado de satisfacción.
Existen muchos mitos sobre lo que nos hace más felices, la posesión de más dinero y bienes, una buena salud… No obstante, la felicidad se aproxima más a aquellas personas que disfrutan por aprender de la experiencia y prestan más atención a los detalles, superan el miedo o la culpa que les limita y aceptan el cambio como proceso natural a pesar de las lógicas reticencias a la novedad, superando el hecho de quedarnos en nuestra zona de confort.
Reducir la infelicidad
Existen una serie de factores reductores de la satisfacción y que sería conveniente luchar para superarlos:
- Ausencia de desaprendizaje, el adoctrinamiento grupal y la interferencia de emociones tóxicas (miedo, enfado, tristeza…).
- Frustrarnos por no conseguir pronto lo que anhelamos (lo que merece la pena cuesta mucho esfuerzo) sin aceptar los sinsabores que la vida nos depara.
Una buena forma de intentar salir del pozo de la desesperanza sería la fórmula que se utiliza en ocasiones con muchos grupos de terapia: “Tener la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para saber diferenciarlas” (Reinhold Niebuhr, 1943).