Se definen los micromachismos como las prácticas de dominación masculina en la vida cotidiana, del orden de lo micro, como dice Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptible, lo que está en los límites de la evidencia (Luis Bonino). Dichos micromachismos sirven al varón en las relaciones para:

  • Mantener el dominio y su posición privilegiada sobre la mujer.
  • Reafirmar o recuperar dicho dominio ante una mujer que se rebela.
  • Resistirse al aumento del poder personal o interpersonal de una mujer con la que está vinculado.

Todo ello puede provocar problemas emocionales en las mujeres sometidas a una relación de este tipo durante años.

León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (24 enero 2018). Audio cortesía de Jorge Martínez.

Los micromachismos en los jóvenes

Entre personas jóvenes la violencia verbal es muy normal y no la consideran ofensiva, cuando se sabe que es el cauce a través del cual se desarrollarán otros niveles de violencia. La agresión física durante el noviazgo predice una agresión física en el matrimonio, aunque, en esta etapa, la mayor parte de la violencia se trata de insultos, empujones, violencia emocional y verbal. Estos micromachismos de baja intensidad tienen como objetivo generar aceptación y normalización. A mayor edad, mayor es la aceptación de dichos comportamientos tanto en hombres como en mujeres (Ferrer y otros, 2008).

Estrategias masculinas para controlar a la pareja

En las relaciones de pareja, los hombres que tienen o quieren tener más poder con relación a la mujer usan diferentes estrategias coercitivas para conseguirlo como intimidar atemorizando mediante alzar la voz, mirada o gestos, los comentarios repentinos descalificadores que dejan indefensa a la mujer por su carácter abrupto. Otra estrategia es la del control (dinero, uso privilegiado del espacio físico, salidas, intimidad, mensajes, móvil…), la celotipia y posesividad y el tomar decisiones sin recabar la opinión de la pareja o no respetarlas.

Además, también, se usan estrategias para crear inseguridad emocional y generar sentimientos de culpa, el chantaje emocional y los mensajes contradictorios como cuando, por ejemplo, comenta que a él no le importa que ella se vaya al cine, pero pone cara de víctima al decirlo.

Estrategias para infravalorar a la mujer y evadir responsabilidades

También se usan estrategias de infravaloración como hacer inferior a la mujer a través de las descalificaciones o desánimo para que no estudie, aprenda o tenga más habilidades.

En ocasiones, se usan evitaciones de responsabilidades mediante la explotación de la capacidad femenina de cuidado para que dé prioridad a sus habilidades de atención incondicional hacia el varón. El uso de engaños es otra estrategia donde negar lo evidente, incumplir promesas o mentir. Finalmente, el uso de autoindulgencias como hacerse el tonto, apelar a las dificultades del hombre, a las obligaciones laborales, argumentar torpeza masculina o pérdida de control… es la tónica.

Para evitar este tipo de conductas de abuso hacia la mujer hay que trabajar en programas de prevención en escolares de la ESO (Muñoz, 2006) donde se valoran conocimientos del tipo de violencia (física, psicológica y sexual), se enseñan habilidades (comunicación, control de los impulsos) y de valores de respeto e igualdad del otro.