El miedo a la enfermedad y a la muerte es algo que ha acompañado al ser humano desde el principio de los tiempos. Rituales, búsquedas de plantas curativas, amuletos… todo vale y valía para ahuyentar los malos espíritus. Estando hoy en día en una sociedad con una alta esperanza de vida y una tecnología médica que avanza a pasos agigantados la higiene y la supresión del dolor son temas fundamentales en el devenir de nuestra sociedad.

Más de Uno León con Javier Chamorro y David Cueto (25 septiembre 2024). Audio cortesía de Jorge Martínez.

Es evidente una grandísima mejora en la calidad de vida en el último siglo y medio, especialmente desde el descubrimiento de la penicilina y los antibióticos. Solamente en los partos, por ejemplo, podría haber una mortalidad hasta del 50%, en donde incluso había médicos que iban directamente desde la morgue a atender partos. Costó mucho implementar la importancia de la higiene.

La casi completa erradicación de la altísima mortalidad infantil es uno de los mayores avances de la humanidad. El aumento de la esperanza de vida ha traído la paradoja de un aumento de las personas que viven con dolor crónico, con estadísticas que hablan de hasta un 30% de la población con ese tipo de diagnóstico.

A pesar de la existencia de la Seguridad Social, es evidente que a más dinero, mejores recursos médicos tendremos a nuestra disposición. Aunque haya una preponderancia en el uso de la ciencia médica, no han desaparecido para nada los curanderos, medicinas alternativas y tratamientos de dudoso origen como, por ejemplo, el caso que hubo de un señor que afirmaba curar el autismo usando una blanqueador industrial muy similar a la lejía que tenemos en casa.

Los negocios y las medicinas alternativas

Parece que hay estadísticas que muestran que la población joven tiene una tendencia más hipocondríaca que antaño, y está más preocupada constantemente por enfermedades reales o imaginarias que se pudieran tener.

Hay diversas teorías sobre esto, la principal es la sobreabundancia de información. También podría afectar la inestabilidad vital, vivir en un mundo con mayores posibilidades de cambio y ubicación, pero también más incertezas. Igualmente, el crecimiento del culto al cuerpo, transmitido a través de las redes sociales, pueden dar un halo de perfeccionismo y de auto-observación permanente de nuestro cuerpo que desde luego pueden llevar a procesos de hipocondría.

Debería haber regulación sobre todo ese contenido de productos mágicos que solucionan todo y que juegan con las ilusiones de la gente. Está comprobado que muchas webs donde pones tus síntomas para que te den el diagnóstico tienden a darte el peor escenario posible, para básicamente ganar dinero con tu miedo.

Hipocondría y el sistema público de salud

Hay una charla muy interesante de un médico que explica que no deberíamos mirar con condescendencia a todas esas personas que buscan ayudar en las denominadas medicinas alternativas. Todos tenemos testimonios propios o de gente cercana de como el sistema de salud te trata como si fueras mercancía, deshumanizándote e incluso humillándote.

Alguien enfermo, aparte de buscar desesperadamente un remedio a su dolor, busca ser tratado como un ser humano, ser escuchado, comprendido, reconfortado. Muchos estafadores lo saben y se aprovechan de la de angustia vital de personas que son descartadas por el sistema, por lo que sea.

Dicha desesperación puede llevar al pensamiento mágico, a aferrarse a cualquier solución que se nos ponga por delante. No solamente gente mayor con más problemas de salud pueden ser víctimas de esto, sino también gente joven con problemas de aislamiento social que han hecho quizás de su dolor o su enfermedad su manera de ser en el mundo, y eso puede acabar siendo muy difícil de erradicar.

Algunas soluciones a la hipocondría

Aunque pensemos que el comprobar dará seguridad, de alguna manera es un truco. Es como el mecanismo de obsesión y compulsión, si se refuerza la asociación de comprobación cada vez será más difícil romperla. Pedir una segunda opinión a un diagnóstico siempre es recomendable, pero quizás a partir de ahí entremos en lo comentado del pensamiento mágico y distorsiones cognitivas.

Hay que desconfiar profundamente de las soluciones totales o de aquellos grupos que funcionan casi como sectas de “todo es una conspiración de las farmacéuticas, fíate de nosotros y todo irá bien”. Hay estudios que muestran que automedicarse constantemente puede llevar a procesos de hipocondría. Tomarse un paracetamol o ibuprofeno cada vez que nos duele un poco la cabeza, por ejemplo, crea la asociación de refuerzo comentada, así como que bajamos el nivel de tolerancia al dolor o a la frustración de nuestro organismo.

Y como se suele decir, la prevención es la mejor medicina. Deporte, dieta, sueño regular, relaciones sociales satisfactorias… todo ello lleva a que el cuerpo se autorregule mejor y sea menos probable tener enfermedades o dolor.

Por último, el dolor no deja de ser una señal de alarma que puede ayudarnos a recalibrar y adquirir nuevos hábitos. El ensayo-error es un proceso totalmente natural y humano.