En la literatura científica se le ha dado generalmente el nombre en inglés de burnout para definir todo el rango de experiencias psicológicas que implican sentimientos, motivos, actitudes y expectativas basadas en experiencias negativas en el ámbito laboral, que genera problemas tanto psicológicos como meramente físicos.

El  término, en concreto, empezó a hacer su aparición alrededor de la década de los 70, con antecedentes como una novela de Graham Greene sobre el desencanto laboral, hasta la misma denominación dirigida al consumo de drogas de manera continuada, y parece que esta denominación se generalizó entre los trabajadores del ámbito sociosanitario que trataban a dichos adictos. Se le dieron tres dimensiones subdivididas en:

  • Agotamiento extremo.
  • Sentimientos de cinismo, desinterés y desapego por el trabajo.
  • Sensación de ineficacia, falta de control y de éxito percibido en nuestro trabajo.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (7 febrero 2024). Audio cortesía de Javier Chamorro.

A partir de estas tres dimensiones se empezaron a desarrollar escalas para ayudar a investigadores y terapeutas a buscar las formas más efectivas de tratamiento ante esta problemática, ya que por ejemplo existirían diferentes maneras de abordar entre la fatiga física, el agotamiento mental o los problemas cognitivos como la falta de concentración que se pueden dar por un estrés laboral continuado. Y a partir de ahí, las fases de aparición de este problema serían:

  • Aumento de carga de trabajo que agota los recursos emocionales, produciendo el agotamiento mencionado anteriormente.
  • Como recurso defensivo, las personas intentan no involucrarse tanto, generando sentimientos de despersonalización laboral.
  • Y si la situación no mejora, empiezan a aparecer dudas sobre la propia capacidad laboral, reduciendo las situaciones de desrealización.

Factores predictores de tener estrés laboral

A nivel general, se considera que existen los siguientes factores predictores de acabar teniendo problemas de salud:

  • La primera evidentemente, es la carga de trabajo, como en algunos sectores públicos como la sanidad y la educación que se ha ido recortando en financiación pero se sigue pidiendo una excelencia suprema, como si estuvieran bien financiadas y gestionadas.
  • La segunda sería la sensación de control sobre lo que hacemos en el trabajo. El ejemplo típico sería el ejemplo de los cargos intermedios: tienen que responder a sus superiores sobre los resultados de trabajadores de rango inferior, en situaciones que también pueden estar mal gestionadas y que escapan de su control.
  • Recompensas, específicamente el sueldo o también el prestigio social. Un ejemplo clásico es por ejemplo en artistas, en el “te pagamos en visualización en nuestras redes”. Eso es explotación y abuso, se mire como se mire.
  • Sentimientos de comunidad y pertenencia, algo intrínsecamente humano, y relacionado con trabajos deshumanizantes y alienantes, sin contacto ni apoyo de otras personas de alrededor, que nos ayuden a gestionar o a desahogarnos de los problemas laborales que nos encontramos día a día.
  • Percepción de justicia: sobre cómo se gestionan horarios, equipos, castigos/recompensas…
  • Valores, en el sentido de que si creemos en la utilidad y practicidad de nuestro trabajo, y si no se nos están dando mensajes contradictorios del tipo “somos una familia” para luego obligarte a trabajar horas extras no pagadas, alejándote de tu familia de verdad vaya.

Burnout y rendimiento laboral

La idea sería que evidentemente el burnout produce un menor rendimiento laboral, generando lo que sería un bucle que se va retroalimentando y empeorando. Esto perjudica el ambiente laboral, afecta a compañeros de trabajo, se boicotean proyectos, etc. A nivel más concreto en las consecuencias sobre nuestra salud, el estrés continuado tiene graves consecuencias sobre nuestro cuerpo, produciendo pues dolores de cabeza, fatiga crónica, problemas gastrointestinales, musculares, alteraciones graves sobre el sistema inmunitario, problemas de sueño, etc. Y esto se une a la salud mental en concreto, en donde está comprobado que el estrés laboral continuado acaba terminando en trastornos mentales clínicos como la ansiedad o la depresión, siendo el acoso laboral por ejemplo unas demandas más comunes de baja laboral justificada.

Y como mencioné al principio, hay gran prevalencia en trabajos del ámbito sanitario, como médicos y enfermeros de emergencias, que tienen que lidiar con situaciones directamente muchas veces en situaciones de deprivación de sueño, o como mencionamos anteriormente, sin los recursos apropiados para ello. También se ha visto que los trabajos con turnos nocturnos o con cambios continuados de turnos tienen más probabilidad de producir estrés laboral continuado. Aquí también habría variabilidad individual, por ejemplo en los diferentes factores de personalidad de las personas, sus cronotipos…

Prevención del estrés laboral

Y en cuanto a los programas de ayuda específica, ya hemos hablado de pues evidentemente tener un entorno sano, de apoyo, y con sueldo digno, pero existen también protocolos específicos para que los trabajadores tengan descansos adecuados basados en la evidencia científica, especialmente buscando una calidad e higiene del sueño correcta. 

Evidentemente hay trabajos con un estrés específico mayor que otro, personas del ámbito de la salud como he dicho, o también por ejemplo personas que tienen que tomar decisiones de riesgo, de grandes cantidades de dinero o con consecuencias políticas o socioeconómicas importantes. De ahí la importancia del descanso, por mucha presión que haya, si se manejan correctamente las variables para que el cuerpo tenga momento de reposo y descanso será más probable que se tomen dichas decisiones de la manera más afinada posible, a pesar de que muchas veces el acierto o el error esté basado en cosas que escapan de nuestro control, como la suerte o las reacciones que tendremos de los demás o del sistema que nos movemos.

Bibliografía

  • Dahlgren, A., Tucker, P., Epstein, M., Gustavsson, P., & Söderström, M. (2022). Randomised control trial of a proactive intervention supporting recovery in relation to stress and irregular work hours: effects on sleep, burn-out, fatigue and somatic symptoms. Occupational and Environmental Medicine, 79(7), 460-468.
  • Maslach, C., & Leiter, M. P. (2017). Understanding burnout: New models. The handbook of stress and health: A guide to research and practice, 36-56.