La salud del propio cuidador es la llave del bienestar físico y psicológico de la persona a la que cuida. En múltiples ocasiones puede suponer una dura tarea por lo que es necesario compartir esta labor con otras personas lo que permitiría al cuidador habitual tener unas horas de descanso, tanto físico como mental, para mantener su salud en condiciones de llevar a cabo el cuidado idóneo de la persona que tiene a su cargo.
Sin embargo, la mayoría de las personas que cuidan a otras sufren un gran estrés que, mantenido, perjudica al sistema nervioso y hace que disminuyan las defensas y que, a la larga, puedan sufrir alternaciones físicas o emocionales graves. Es conveniente que se cuiden para superar este riesgo de sobrecarga.
León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (22 mayo 2013). Audio cortesía de Nacho Arias.
Perfil de la persona que cuida a otra: cuidadora
Muchos estudios concluyen que el perfil de la cuidadora familiar no profesional se corresponde con ser mujer, con parentesco con la persona cuidada que padece algún tipo de discapacidad y que dedica gran parte de su tiempo a la persona a su cargo.
Estas mujeres se dedican altruistamente a ayudar a su hijo con discapacidad (parálisis cerebral, problema mental…), o a algún miembro de la familia adulta (pareja, padres, abuelos…) dedicando gran parte de su tiempo a su cuidado. Les cuesta poner límites con lo que suelen tener, si no cuidan o tienen el apoyo de su pareja, problemas de relación que podrían terminar en separación o distanciamiento grave de la pareja. Pueden terminar padeciendo el Síndrome de Burnout (quemado): “…deterioro y cansancio excesivo progresivo unido a una reducción drástica de energía… acompañado a menudo de una pérdida de motivación… que a lo largo del tiempo afecta las actitudes, razonamientos y el comportamiento general.” (Freudenberger, 1998).
Síntomas de alarma
- Sensaciones de ansiedad, depresión, síntomas psicosomáticos (cefaleas, dolores y molestias varias), agotamiento físico y problemas de memoria (olvidos…).
- En muchas ocasiones se usa medicación pero no resolviendo la causa que la produce. Pedimos que se reflexione sobre las motivaciones que se enmascaran en este problema.
Existe una diferencia entre los prejuicios ancestrales: Las mujeres debemos cuidar a los demás sin condiciones, los hijos deben cuidar de sus padres cuando son mayores, si no cuido o pongo límites… soy una mala madre, esposa, hija… no me merezco tener una vida propia y debo estar siempre entregadas a los demás y la idea actual y de salud mental: Ayudar implica poner condiciones y éstas las pone el cuidador, no la persona cuidada (puede ser escuchado pero su decisión no es vinculante).
¿Cómo cuidarse?
- Poner límites a la persona que se cuida y que haga lo que pensamos mejor para ella aunque esta no lo desee (centro de día, actividades de autonomía personal, tener aficiones que nos relajen del cuidado).
- Evitar hacer caso al posible chantaje emocional o las manipulaciones afectivas que la persona a la que cuido puede someterme: mala madre, hija, esposa…
- Dejarse ayudar por otros o invertir recursos (de la persona cuidada) para que nos ayuden.
- Cuidarnos a nosotros mismos sin ser ingenuamente altruistas evitando el Síndrome de Buenas Personas que comentamos en un post anterior.
- Tener tiempo para nosotros: nuestras propias actividades gratificantes de ocio y tiempo libre solos y con la pareja.