Como se comentó en anteriores programas, somos una especie intrínsecamente social, somos indisociables con nuestra relación con el grupo y la crianza recibida. Pensemos por ejemplo que la idea que tenemos hoy en día de que cada miembro de su familia tenga su habitación propia en España no era así hasta hace nada, en donde se solía comer, dormir y hacer toda la vida conjunta en unas pocas estancias.

Es incontestable que vivimos en una sociedad más atomizada que antes, con menores lugares de socialización físico y un consumo elevado de pantallas y dispositivos electrónicos, hechos en soledad normalmente. Hay mucha discusión sobre la socialización on-line, pero la evidencia es clara en concluir que esta nunca puede sustituir a la presencial. Las horas de trabajo suelen ser elevadas, mucha gente se queja de que entre trabajo, desplazamientos a este y recados o tareas para casa, queda poco espacio para la socialización.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (2 diciembre 2024). Audio cortesía de Jorge Martínez.

Factores que propician la soledad no deseada

La soledad no deseada es un tema de cada vez más atención en la literatura científica, en los países industrializados la evidencia es incontestable en la reducción de calidad y cantidad de relaciones sociales. Los factores son múltiples y variados, mayor movilidad social y geográfica, matrimonios más tardíos o más gente viviendo por su cuenta, edad media de la población creciente con lo que aumenta también la población dependiente de cuidados.

Hasta hace unas décadas era por ejemplo impensable emigrar a otro país sin una red de apoyo fuerte en el lugar de llegada (voy a donde ya se ha asentado mi grupo), mientras que hoy en día se puede cambiar de país exclusivamente por medios propios.

Estudios que analizan los problemas que generan este proceso

Ya hablamos que los problemas de salud derivados de la soledad son elevados y costosos, con lo que ya parece que las instituciones estatales le empiezan a prestar atención. En España, se calcula que la soledad no deseada supone un gasto del 1,2% del PIB total, con el casi el 60% de este gasto derivado de pérdidas en productividad laboral y algo más de un 40% derivados de gastos de sistemas sanitarios. En ese mismo estudio, las personas encuestadas afirmaban que la soledad no deseada, el 20% decían que les afectaba en su necesidad de acudir a servicios médicos, un 20% en su consumo o abuso de drogas, y con más de un 50% en problemas de ansiedad o depresión.

Se dice que en España tenemos una cultura mediterránea de estar en la calle, que la soledad y el aislamiento es cosa de países del norte de Europa, pero los datos desmienten esta percepción. Ya se ha hablado del gran problema que supone para la gente joven, donde no paramos de escuchar adultos diciendo que ahora son quejicas y enganchados a las pantallas, cuando se les ha encerrado en casa sin alternativa de ocio casi posible.

En principio, la sociedad sigue atomizándose, con un individualismo rampante, pero tampoco se sabe con seguridad hasta donde se va a llevar este modelo social. El modelo de ocio también ha derivado hacia el dinero o el consumismo, dejando fuera por tanto a capas de población con menores recursos económicos.

Los avances tecnológicos y la soledad

Es fundamental recuperar y promover tejidos comunitarios, invertir en centros cívicos o actividades con el grupo social más cercano, el barrio, ya sea con actividades en polideportivos o festivales de cualquier temática. Muchos grupos con ideologías violentas o también sectas tienen un gran caladero en zonas y personas con sentimientos de soledad y alienación, el aislamiento tiende a radicalizar y acabar defendiendo posturas extremistas y antisociales.

En las cámaras de eco de las redes sociales tienden a empeorar estos sentimientos de aislamiento, generando dinámicas de grupo que se pueden llamar tóxicas, basadas en la agresividad, el rechazo total a cualquier persona fuera del grupo, fanatismo, culto a la personalidad. La gente joven es especialmente vulnerable ante eso, en donde la falta de pertenencia al grupo en la adolescencia puede dejar secuelas en la vida adulta.

Las redes sociales también tienen el poder de revertir esto, pueden poner en contacto a personas con intereses comunes que por ejemplo si viven en zonas rurales o aisladas tendrían problemas de conocer de manera presencial. Hay escrito sobre como Internet ha virado desde foros y comunidades autogestionadas a un uso masivo de redes sociales con algoritmos opacos, como Twitter, TIkTok o Instagram, habiendo en ello un deterioro en los sentimientos de comunidad online. La monetización extrema de cualquier contenido de Internet pervierte las relaciones humanas basadas en la confianza y en el aprendizaje mutuo.

Herramientas para superar la soledad no deseada

Lo primero, antes de ir a buscar afuera, hay que mirar hacia dentro. ¿Por qué me siento solo? ¿Qué decisiones he tomado para llegar a esta situación? ¿Qué es lo que busco realmente en mis relaciones sociales? ¿Y lo que no busco? Sin un análisis lo más racional posible podemos caer en una especie de huida hacia adelante, espoleados por lo que en inglés se denomina FOMO, o miedo a perderse algo, esa sensación de que siempre está pasando algo mejor de lo que estamos viviendo.

Hay que ser conscientes que el marketing y las redes sociales está dirigido a eso, a bombardearnos con que siempre puede haber algo, por lo que pagando un poco más vivamos una experiencia más completa y mejor de lo que estamos haciendo.

No es lo mismo sentirse solo que ser incapaz de estar solo con uno mismo y sus pensamientos. Cada persona es diferente, pero es importante poder tolerarse a sí mismo sin estar siempre huyendo o haciendo algo para tapar ese vacío.

Una vez hecho el análisis, sería insistir en lo comentado en algunos programas anteriores sobre el sentido de trascendencia, buscar actividades o grupos en que nos sintamos que nuestra presencia o conocimientos aporta e influye a las personas que forman parte de él. Hay que asumir también que las relaciones sociales verdemente enriquecedoras requieren tiempo y esfuerzo, las relaciones de usar y tirar tienden a calmar el ansia inmediata, pero aumentar los sentimientos de soledad a medio o largo plazo.

En terapia vemos por ejemplo casos donde puede haber déficits en habilidades sociales, lenguaje no gestual o habilidades no conversacionales, con lo que es importante tener en cuenta estos factores de tipo práctico y entrenables. En definitiva, se trata de hacer introspección y buscar grupos que encajen con nuestros grupos e intereses, con paciencia y sin desesperarse a las primeras de cambio.

Referencia:

  • Casal, B., Rodríguez-Miguez, E., & Rivera, B. (2024). The societal cost of ‘unwanted’loneliness in Spain. The European Journal of Health Economics, 1-13.