Liza: La felicidad de un matrimonio consiste en conocer el abismo que separa a hombres y mujeres.
Rachel: Y… ¿cuál es?
Liza: El hombre arregla una pelea con el sexo, una mujer no puede hacerlo hasta que no se resuelva la pelea.
Rachel: Pero… ¿por qué será?
Liza: Esa es la gran diferencia entre el pene y la vagina. Un pene siempre empuja, es como un ariete de la edad media, aunque esté furioso ataca y eso le ayuda, es el principio del ariete. En cambio la vagina… (se ríe y Katie la mira extrañada). ¡Ooh, la vagina!… La vagina siempre necesita estar relajada para poder abrirse y recibir… No se es buena anfitriona si estás enfadada… Y lo mismo es aplicable a mamadas y besos. Cada posible punto de entrada femenino, necesita saber que el pene viene en son de paz (haciendo con los dedos un gesto de paz)…
Escena de la película Historia de lo nuestro (Reiner, 1999).
Las discusiones suelen ser algo habitual dentro de la convivencia en pareja pudiendo ser muchos motivos que las provocan: la educación de los hijos, las faenas de la casa, el dinero, la familia política… Pero después de estos enfados casi siempre se llega a la reconciliación. ¿Solemos utilizar el sexo como medio para reconciliarnos?
Antiguamente se creía que las discusiones dentro del marco de la pareja eran síntoma de grave conflicto, pero los problemas de interacción conflictivos son frecuentes en las parejas felices y se rigen por leyes precisas. Las relaciones de pareja son peculiares y propias de cada pareja conllevando formas de interacción básicas, la mayoría aprendidas en las familias de origen.
Después de una discusión queremos mostrar a la pareja nuestro cariño y compensar el enfado que hemos sentido y para ello un encuentro sexual, que suele resultar muy satisfactorio, es una forma de hacerlo. Lo que no es conveniente es que pase a ser una costumbre, ya que el hecho de discutir puede llegar a convertirse en una condición previa para tener luego una relación sexual, lo que indicaría déficits de comunicación y/o de asertividad en la pareja. Aunque los problemas de comunicación en las parejas suelen ser frecuentes, para disfrutar de una sexualidad sana no son necesarias las discusiones previas.
Consejos para la reconciliación
Es conveniente que las discusiones en la pareja terminen, si es posible, de forma que hagan sentirse bien a los dos miembros de la pareja. Si no es así, sería razonable hacer las paces con la pareja cuando el motivo de la discusión ya no nos afecte emocionalmente, de lo contrario, los reproches podrían volver.
Mantener un lenguaje corporal abierto con escucha activa es una buena forma de establecer un proceso de aproximación. Si le añadimos la proximidad física a pesar de las discrepancias, nos invitaría a una mutua colaboración.
Pedir perdón es una de las mejores armas cuando uno se ha pasado de la raya haciendo que la hostilidad aumente. Aceptar las disculpas supone la base de la reconciliación pero… ¿no sería mejor evitar enfadarse demasiado la próxima vez para evitar pedir perdón?
A veces recuperar el proceso de seducción del pasado es una buena estrategia para volver a las demostraciones de afecto que enamoraron a tu pareja.
Y para rubricar la reconciliación que nada mejor que un encuentro sexual con la persona que deseas seguir compartiendo tu vida. Suerte en este intento.
Publicado en (provisionalmente deshabilitado): ileon.com (3 octubre 2014).