En la práctica clínica diaria en Terapia de Pareja, los momentos después de mantener una relación sexual son comentados con asiduidad por las personas que acuden al centro. A pesar de la subjetividad del momento y que cada persona pueda darle mayor o menor importancia, sí que existen ciertos indicadores de cuán probable sería tener una conversación agradable después de practicar el sexo.
Testosterona
En un estudio publicado hace escasos meses, diversos investigadores de varias universidades estadounidenses plantearon una correlación entre los niveles de testosterona y la satisfacción en las charlas de almohada. Se encontró que a niveles altos de testosterona las “revelaciones” hechas después del sexo fueron menos positivas. También se observó que en ausencia del orgasmo es menos probable sentir los efectos positivos de esas conversaciones.
Oxitocina
Está estudiado que el aumento de la testosterona anula el efecto de la oxitocina, hormona relacionada también con el comportamiento social, sexual y de apego. La oxitocina se ha planteado como una hormona de carácter prosocial que podría facilitar sentimientos positivos y los vínculos en la charla post-sexo y potenciar la influencia de dicha comunicación. Por ello, a menores niveles de testosterona más probable sería que la acción de la oxitocina hiciera más probable compartir información positiva con la otra persona después del sexo.
Teorías explicativas
Para apoyar sus conclusiones, los autores citan la teoría esteroide/péptido del apego, que plantea que ciertos componentes biológicos trabajan juntos en la formación de vínculos sociales. En concreto, se estudia la interacción de la testosterona, oxitocina y vasopresina. Los bajos niveles de testosterona haría más plausible generar un comportamiento de crianza y cariño, tal como podrían ser las charlas de almohada.
También se cita en el estudio la teoría de la gestión de la comunicación de la privacidad, que entre otros aspectos expone el riesgo que existe en la revelación de nuestros secretos, que pueden hacernos emocionalmente vulnerables y llevar a un rechazo personal y social. Por ello, por efecto del orgasmo y la oxitocina segregada a partir del mismo, los límites de la privacidad que puede poner cada persona sobre su información personal serán más permeables en ese momento y de ahí las conversaciones íntimas mantenidas después del sexo.
Limitaciones
Aunque es un estudio hecho con metodología sólida, los autores reconocen que al ser un estudio realizado con estudiantes universitarios, no se han podido estudiar a parejas de larga duración que podrían enfocar esas charlas después del sexo de distinta manera. También expusieron que podría ser interesante medir esos niveles de testosterona antes de la relación sexual, para ver qué fluctuaciones concretas conlleva y qué consecuencias podría crear en nuestro organismo.
Colaboración: David Cueto Marcos (Psicólogo de CEPTECO).
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