Las estadísticas hablan de una rango de prevalencia que va desde un 20 al 45% e incluso del 40 al 60%. Pero en esta horquilla se encuentra el problema fundamental en el estudio y tratamiento de la infidelidad, el poco consenso conceptual que presenta. Porque aunque se intenten hacer acuerdos metodológicos sobre qué es o no es infidelidad todavía no es algo que se haya conseguido.