Definición

Podemos definir la rumiación como un síntoma cognitivo resistente ante cualquier distracción que le pongamos, y que está centrado en circunstancias o eventos negativos. Es una conducta que puede ser tanto automática o habitual como dirigida hacia una meta.

Este estilo de pensamiento como tal no tiene por qué ser nocivo de por sí, y se considera una herramienta evolutiva para analizar dificultades de nuestro entorno y así poder sobrevivir a las mismas. Es decir, los mecanismos neurológicos que generan los síntomas rumiativos o melancólicos pueden funcionar como una reestructuración de nuestros recursos, ya que el estilo de pensamiento rumiativo tiende a involucrar un procesamiento de tipo analítico, en el que los problemas complejos son desmenuzados en componentes más pequeños y manejables, y así ser estudiados secuencialmente.

 Por ello, los pensamientos repetitivos sobre temas negativos pueden resultar en:

  • Un procesamiento cognitivo satisfactorio para así podamos recuperarnos de un evento vivido como traumático.
  • Preparar y planificar el futuro para adaptarnos a él lo mejor posible.
  • Recuperarnos de estados de ánimo.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (17 mayo 2023). Audio cortesía de Jorge Martínez.

Subtipos

Se podría dividir la rumiación en dos subtipos:

  • Centrada exclusivamente en el pasado, rememorando eventos una y otra vez de manera melancólica.
  • Realizando un análisis de la situación, con una evaluación y ponderación reflectiva.

Los estudios afirman que la aparición de un trastorno depresivo estaría relacionado con el primer tipo, y en cambio, la ponderación reflectiva estaría asociada a una disminución de la sintomatología depresiva. Por poner un ejemplo, técnicas terapéuticas que en principio alimentarían la rumiación (como escribir un diario) tienden más a acortar que a alargar la duración de los episodios clínicos.

Las consecuencias de la rumación depresiva serían:

  • Deterioro de los síntomas patológicos (ansiedad, depresión, psicosis, conducta impulsiva o de riesgo) al provocar estados de ánimo negativos que interfiere en la solución de problemas, reduciendo además las claves de la conducta instrumental (contingencias) del entorno que nos rodea.
  • Obstaculiza los procesos terapéuticos, disminuyendo su eficacia de manera evidente.
  • Agrava y mantiene respuestas psicológicas y fisiológicas disfuncionales ante situaciones estresantes.

Procesos cognitivos

Memoria de trabajo

La resistencia a la distracción, una de las características más asentadas de la rumiación, requiere generalmente el uso de la denominada memoria de trabajo. Si este sistema de memoria se sobrecarga, seremos más proclives a que interrumpamos cualquier cosa que estemos haciendo, ya que los estímulos intrusivos no relevantes con la tarea ocuparían por así decirlo el espacio de la información que sí es relevante. 

Por tanto, entrenar las funciones ejecutivas podría ser un factor protector contra el bucle rumiativo patológico, ya que dicha resistencia a la distracción tenderá a generar un pensamiento más analítico y racional que catastrófico e irracional.

Asociaciones

Las rumiaciones también tienden a generar un enlentecimiento cogntivo que, a su vez, suele producir una disminución del pensamiento asociativo y del estado de ánimo. Curiosamente, existe una correlación entre el uso de asociaciones y sentirnos bien con nosotros mismos, hecho que sucede desde tiempos primitivos, en donde para sobrevivir en un entorno hostil era necesario aprender lo máximo posible de lo que nos rodea, buscando la mayor cantidad de alternativas en paralelo posibles.

La rumiación provoca lo contrario que un pensamiento asociativo exitoso, ya que estas tenderán a tener un foco muy estrecho o de eventos muy seguidos entre sí, que tampoco tienen por qué aportar información relevante. Neurobiológicamente, la teoría dice que esto ocurriría por una excesiva inhibición por parte de las zonas prefrontales del cerebro. En cambio, las asociaciones más amplias (tanto de tiempo como de conceptos), suelen funcionar para ayudarnos a manejar las transiciones y movernos de un contexto a otro de manera más fluida, ya que está comprobado que el generar asociaciones abstractas tiende a aumentar nuestro estado del ánimo.

Teorías sobre el por qué de su aparición

Teoría del estilo de respuesta

Esta teoría hipotetiza que la rumiación depresiva es un rasgo estable y resistente en el tiempo, con una tendencia marcada de focalizarse en uno mismo como mecanismo de respuesta a un estado de ánimo negativo. Por tanto, la rumiación es un proceso disfuncional, ya que contribuye a la depresión, disminuye el razonamiento abstracto en la solución de problemas y modifica la conducta instrumental en nuestro entorno.

Las diferencias individuales en ese estilo rumiativo pueden predecir por ejemplo el riesgo de un trastorno obsesivo-compulsivo por ejemplo, siendo el pensamiento rumiativo una respuesta automática condicionada a otro estímulo determinado.

Hipótesis de la rumiación analítica

Los recursos cognitivos que se dedican a la denominada memoria de trabajo son limitados. Cuando estamos inmersos en un proceso rumiativo nuestro cerebro tiende a interpretarlo como algo complejo e importante de resolver, tendiendo a priorizar los recursos de la memoria de trabajo en resolver las dudas que nos asaltan. Y como hemos comentado anteriormente, la rumiación no tiene por qué ser negativa en sí misma. Lo negativo en realidad sería la evitación constante de pensar sobre cosas de nuestra vida por el disconfort que nos genera. 

Estar siempre intentando analizarlo todo tiende a ser patológico pero a la inversa es lo mismo: tenemos que acostumbrarnos progresivamente a pasarlo un poco mal en la búsqueda de soluciones, en donde la molestia o frustración sufridas son solo un paso más en la consecución de nuestros objetivos vitales. La rumiación depresiva sería entonces:

  • El resultado desadaptativo a la propensión de hacer acciones enfocadas al alivio inmediato del dolor emocional.
  • Ocurren en entornos donde los medios para realizar esa evitación están siempre presentes o disponibles.

Relación con otros trastornos

Lo más estudiado es sin duda su relación con los trastornos depresivos, debido principalmente al pesimismo marcado que caracteriza a los pensamientos de tipo rumiativo. Eso sí, este pesimismo no tendría por qué ser siempre de tipo patológico, ya que en si tenemos problemas dificultades vitales no pasa nada por sentirnos mal o preocuparnos por ello. Pero en aquellas personas deprimidas, estos bucles suelen tener unas características particulares, como por ejemplo:

  • Activan mecanismos neurológicos que promueven un control atencional de tipo rígido, dando a la información negativa acceso prioritario y haciendo la depresión rumiativa intrusiva y resistente a la distracción.
  • La anhedonia característica de estos diagnósticos reducen la motivación de razonar de manera eficiente y genera rutinas que no ayudan a flexibilizar el pensamiento, como el aislamiento social o la pérdida de apetito.
  • Curiosamente, se ha visto como la disrupción en al depresión rumiativa suele provocar un alivio momentáneo de los síntomas depresivos, pero la disrupción sistemática de esos pensamientos intrusivos está asociada a episodios rumiativos depresivos de mayor duración. Es decir, la interrupción sistemática de dar vueltas a ciertos temas (evitación, distracción, supresión) no reduce, a largo plazo, la sintomatología depresiva.

Este tipo de pensamientos también son comunes en trastornos de ansiedad, obsesivo-compulsivo, estrés post-traumático, de la conducta alimentaria…

Próxima publicación: Rumiaciones: Tratamiento

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Bibliografía:

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