Podemos definir las fobias como reacciones emocionales excesivas unidas a ideas irracionales hacia un objeto o una situación concreta, acompañados de una fuerte necesidad de evitación de los mismos. Se incluyen dentro de los trastornos de ansiedad cuando la intensidad de las reacciones emocionales y la conducta evitativa interfieren seriamente en la vida de la persona que sufre la fobia.

Pero, ¿cómo se forman las fobias? El miedo es una emoción esencial para la adaptación de los seres humanos en su ambiente, es la reacción que nos alerta ante los peligros reales y nos permite afrontarlos, de hecho, sin una dosis de miedo no podríamos sobrevivir. Pero cuando el miedo no se justifica como un proceso de supervivencia y genera alteraciones emocionales intensas unidas a ideas catastrofistas hablaríamos de fobias.

Una fobia se puede considerar patológica cuando las respuesta de ansiedad duran más de 6 meses, causa un gran malestar, es desproporcionado al peligro real y afecta a la vida laboral, social o a otras áreas de la vida de la persona.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (25 septiembre 2019). Audio cortesía de Jorge Martínez.

Diferentes formas del trastorno fóbico

  • Fobias simples: cuando sólo impiden vivir ciertas situaciones. Por ejemplo miedo a las serpientes, a los lugares cerrados, a volar…
  • Fobias generalizadas: cuando bloquean completamente a la persona y le impiden vivir la mayoría de las experiencias. Por ejemplo los ataques de pánico, las obsesiones compulsivas, la agorafobia, las ideas hipocondríacas…

Cuando una persona empieza a restringir sus experiencias por las respuestas de ansiedad tiende a ampliarse y a limitar cada vez más las experiencias hasta convertirse en una fobia generalizada. Estas últimas producen inquietud y sensación de tener los nervios de punta, fatiga, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y problemas de sueño.

Consejos para enfrentarse a la fobia

Los síntomas que padece la persona con una fobia no son sino la exageración de las reacciones normales ante el estrés. El trastorno no es dañino ni peligroso, sólo desagradable. Nada peor nos va a ocurrir. No añadir pensamientos alarmantes sobre lo que está pasando y lo que podría ocurrir, ni atribuirlo a causas, lugares o situaciones concretas. Hay que fijarse en lo que le ocurre al organismo en este instante, no en lo que se teme que podría ocurrir más adelante. Y centrarse en el ahora.

Cuando tenemos deseos de huir no es lo más conveniente si no existe un riesgo real para nuestra vida. Hay que aceptar el temor, esperar y dejar que pase. Cuando dejamos de pensar en cosas alarmantes el temor se extingue por sí mismo, lo principal es aprender a afrontar el miedo, no a evitarlo.

Referencias:

  • Caballo, V.E. y Simón, M.A. (2002). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos generales. Madrid. Pirámide.
  • Nardone, G. y Vitale, C. (2003). Más allá del miedo: superar rápidamente las fobias, las obsesiones y el pánico. Barcelona. Paidós.
  • Varela, P. (2005). Ansiosa-mente. Claves para reconocer y desafiar la ansiedad. Madrid. La Esfera de los Libros.