La frustración es algo inherente a cualquier ser vivo. Se relaciona con un sentimiento de insatisfacción por no conseguir nuestros deseos y se basa en la idealización de nuestras metas futuras, en relación a trabajo, pareja, viajes, amistad… que no se ven cubiertas. Como comentamos en un post anterior conviene ser realista con los objetivos que nos proponemos, porque tener las expectativas demasiado altas puede generar frustración.

Ya en los años 30, Kart Lewin, uno de los pioneros de la psicología social y de las organizaciones, definió diferentes tipos de frustración según el motivo de conflicto que tengamos, basada en los conceptos de atracción y evitación. Las reacciones típicas en momentos de frustración son la agresión, la evitación, el aislamiento, la racionalización o la resignación. La impulsividad y el mal manejo de la frustración están unidas y llevan a malas decisiones e infelicidad. Sabemos, igualmente, que un alto nivel de enfado ante las frustraciones nos hace tomar decisiones menos acertadas.

Cuando las cosas no salen como queremos

La sociedad de consumo masivo de hoy y la continua exposición a mensajes publicitarios pueden favorecer en algunas personas la aparición de un continuo sentimiento de fracaso al no poder alcanzar los ideales que se transmiten por las grandes marcas o multinacionales. Así mismo, en nuestro mundo laboral, la competitividad y la exigencia de una gran productividad facilita la aparición de insatisfacción y frustración, por lo que es conveniente disponer de estrategias para saber manejarlas.

Audio: Onda Cero León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (21 enero 2015). Cortesía de Nacho Arias.

Enseñar a superarlas

Es importante enseñar a los niños desde pequeños la existencia de sinsabores y decepciones en la vida diaria. Enmascarar o tratar de ocultar la realidad favorece, sin duda, la aparición de problemas en la adolescencia o edad adulta.

Comprender y aceptar que el mundo y la gente no están a nuestra disposición para satisfacer nuestros deseos e ilusiones es la norma. Cuando no depende de nosotros, las cosas suceden sin tenernos en cuenta.

Saber aceptar el fracaso como algo normal y como parte del proceso de aprendizaje vital es síntoma de madurez.

Qué hacer para superar las frustraciones

Es primordial aprovechar las frustraciones como oportunidades para el aprendizaje, el crecimiento personal y el autoconocimiento. Asumir que no poseemos la verdad absoluta, que no tenemos el control sobre los demás y que no dependemos de otros para ser felices. Intentar aprender de errores pasados para evitar cometerlos de nuevo en el futuro.

Aceptarnos en lugar de criticarnos, mantener buenas relaciones con las personas que amamos, afrontar el futuro de forma positiva para intentar cambiar lo que deseamos y podemos.