La sensualidad abarca la excitación y gratificación de todos los sentidos, mediante actividades y emociones sensoriales, desde una cena íntima con música suave hasta los masajes, mientras que la sexualidad se refiere al deseo y satisfacción del impulso erótico-genital. Cada persona es libre de explorar y descubrir su propia sensualidad, lo que le erotiza, personalizar su sexualidad, de aprender u olvidar lo que quiera y de convertir las relaciones físicas con otras personas, de cualquier sexo, en lo que desee, con la sola condición del consentimiento mutuo.

La sexualidad no es sólo un cuerpo a cuerpo. En la búsqueda del placer intervienen de manera efectiva los cinco sentidos, desde el preciso momento en que los mecanismos de la respuesta sexual comienzan a funcionar hasta que se culmina. Epicuro escribió: “Yo no sé cómo puedo concebir lo bueno, si elimino los placeres del gusto, y elimino los placeres del amor, y elimino los placeres del oído, y elimino las emociones placenteras causadas por la visión de una hermosa forma”. Es la búsqueda de la satisfacción con el fin de conseguir placer y evitar el dolor.

Alberto Durero. Adán y Eva (1507)

Alberto Durero. Adán y Eva (1507)

Creando un ambiente sensual

Para mantener la pasión amorosa es necesario crear un ambiente adecuado, ya que la atracción sexual no es tan emocionante como al principio. El ambiente influye, afecta a nuestro humor y, a la larga, a los sentimientos hacia el sexo y la otra persona.

Una buena manera de conseguir placer es el de dar y recibir caricias en los 2 m2 que tenemos de piel. Esta experiencia en la percepción del tacto y sus sensaciones al ser tocado, es una forma gratificante de estimulación erótica. Los receptores táctiles se encuentran por todo nuestro cuerpo y el contacto físico los estimula de forma gratificante.

Tenemos que permitir que los sentidos estén receptivos y vibrantes de placer: luz tenue, velas, luces de colores suaves. Motivar el paladar: fresas y uvas para dárselas a la pareja… Olfato: colonia, perfume, incienso… Buen aliento, música… La vista, el tacto, el olor, el oído… pueden desencadenar una gran excitación.

A una gran parte de la población nos han enseñado que el sexo es sucio y lo relacionamos con temores y culpabilidad, por eso aprender a aceptar y disfrutar de nuestros sentimientos sexuales puede mejorar nuestro bienestar. Es probable que las mujeres reaccionen mejor al erotismo leído o escuchado que a la visión directa (como es el caso de los hombres), también se sienten más excitadas por fantasías y realidades personalizadas, mientras que los hombres son más directos. Pero no debe generalizarse, ya que hay muchas circunstancias que intervienen: individuales, culturales, ambientales, educativas…