Se lleva mucho tiempo hablando de la pornografía y el peligro potencial que supone que se pueda acceder a ella desde edades tempranas y de que afecta al desarrollo saludable de la sexualidad. Pero, ¿existen evidencias? A la par que la violencia en películas y videojuegos, existe un miedo generalizado a que esta exposición temprana distorsione gravemente maneras de ver la sexualidad o la afectividad en cuanto los menores entren en una fase sexual activa.

La preocupación tiene su fundamento, pero hay que tener cuidado antes de soltar soflamas incendiarias. Por ejemplo, en los últimos meses se han realizado varios artículos científicos que afirmaban la relación causal directa entre videojuegos violentos y conductas delictivas de adolescentes por utilizar para la investigación una metodología más que dudosa.  Aún así, cualquiera que trabaje con niños o adolescentes se va a topar con contenido en las redes sociales o páginas webs que promueven roles de género tóxicos o aspectos de la sexualidad irreales y dañinos.

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto vía telemática (10 marzo 2021). Audio cortesía de Jorge Martínez.

La pandemia y la pornografía

En estos días de confinamiento el tiempo con las pantallas ha aumentado considerablemente lo que supone un aumento del riesgo de estar delante de estos elementos nocivos pero, afortunadamente, hay mucho contenido disponible en internet que da mensajes adecuados y positivos para la gente joven. Es totalmente comprensible el miedo de los padres a que se enganchen pero un niño o una adolescente pueden estar mirando vídeos educativos sobre naturaleza, tutoriales sobre cómo construir un helicóptero de papel, jugando al ajedrez…

En el caso de los adultos, podemos suponer que el aburrimiento de una vida social reducida al mínimo puede hacer aumentar comportamientos adictivos por el mero hecho de que no hay otra cosa que hacer, pero muchos investigadores afirman que la línea que separa un uso elevado de material pornográfico con un uso problemático es bastante borroso. Es decir, una alta frecuencia de visualización de pornografía no tiene que ser necesariamente problemática para la vida de la persona.

Aún así, parece que existen una serie de factores que podrían ser predictores para diagnosticar un problema podríamos decir de adicción (recordemos que la adicción al sexo no es una categoría diagnóstica reconocida en el DSM). Estos factores serían la presencia de síntomas depresivos, frustración en la búsqueda de satisfacción o placeres y baja autoestima. También, se ha visto que corren riesgo de desarrollar estas conductas problemáticas aquellas personas con dificultades en crear vínculos profundos con otras. Es decir, se genera un círculo vicioso en donde la persona se refugia en la pornografía ante su incapacidad de generar estos vínculos, alienándose y siendo cada vez más difícil que desarrolle conexiones valiosas con otras personas.

  1. La sexualidad y la pornografía

Y en el aspecto sexual, ¿qué se ha visto en relación al consumo de pornografía y cómo afecta a la función sexual de cada persona? Todas las encuestas indican que los hombres son siempre los mayores consumidores de pornografía, destacando sobre todo el consumo en jóvenes adultos. Estudiando este grupo de población, se ha visto que hay una correlación consistente entre preferencias de masturbarse viendo pornografía y dificultades a la hora de tener una relación sexual, afectando a todas las áreas relacionadas con la sexualidad masculina (libido, erección, orgasmo, satisfacción general).

Está comprobado que el circuito cerebral que regula la conducta sexual utiliza el mismo sistema de recompensa que en drogas como la cocaína y la metanfetamina, por ello un consumo excesivo puede provocar un bucle reforzante del que cada vez puede ser más difícil salir.

El uso excesivo y las conductas adictivas en los adolescentes

Todos los autores que estudian esta temática comentan el mismo problema: es ilegal hacer estudios con menores visualizando pornografía, con lo que casi siempre se tienen que utilizar encuestas. Además, al ser muchas veces encuestas en donde se buscan voluntarios, puede haber cierto sesgo ya que se ha comprobado que las personas que se presentan suelen tener visiones de la sexualidad de un espectro más progresista.

Aún así, sí que parece haber cierta relación de consumo de pornografía y agresiones sexuales, y que aquellos que buscan sensaciones extremas tienden a pasar más horas consumiéndola. Para terminar, hay que aclarar que la manera de cómo consumimos internet ha cambiado de manera relevante los últimos años, como con la aparición de los smartphones o plataformas como OnlyFans, con lo que muchas encuestas o estudios de más de cinco años pueden haber quedado totalmente desfasados.

Referencias:

  • Berger, J. H., Kehoe, J. E., Doan, A. P., Crain, D. S., Klam, W. P., Marshall, M. T., & Christman, M. S. (2019). Survey of sexual function and pornography. Military medicine, 184(11-12), 731-737.
  • Bőthe, B., Tóth-Király, I., Potenza, M. N., Orosz, G., & Demetrovics, Z. (2020). High-frequency pornography use may not always be problematic. The Journal of Sexual Medicine, 17(4), 793-811.
  • Peter, J., & Valkenburg, P. M. (2016). Adolescents and pornography: A review of 20 years of research. The Journal of Sex Research, 53(4-5), 509-531.