Todos sabemos lo que implica sufrir por una molestia física. El dolor duele y, en la mayoría de los casos, nos hemos acostumbrado a sufrir con el apoyo y ayuda de familiares y amigos que nos aprecian.

Pero en ocasiones, como ocurre con los problemas sexuales, este dolor se comparte con una sola persona o con el silencio de la propia soledad. Si el dolor tiene que ver con algo íntimo, personal e intransferible, se convierte en tóxico por sí mismo y, además, sin poder compartirlo nos lleva a corroernos por dentro.

¿Evitar o enfrentarse?

Tendemos a evitar lo que nos es complicado conseguir, lo que nos molesta o frustra. Intentamos huir del sufrimiento por el fracaso una y otra vez padecido. En los problemas sexuales esta huida nos separa cada vez más de nuestra pareja. Puede ser que cada miembro de la pareja, sufra o no el problema, piense que ya no nos quiere, ya no le gustamos, que hemos perdido el deseo por el otro. En muchas ocasiones, un problema sexual en un miembro de pareja contagia con otro problema sexual al otro miembro de la pareja. De ahí que se unan mutuos reproches sin consuelo.

Si no se aclara esta situación se va ampliando la distancia en la relación de pareja y puede que termine con la extinción de la misma.

Los problemas sexuales: causa o consecuencia

Es altamente probable que una mala relación de pareja desemboque también, además de otros problemas, en un distanciamiento sexual. Pero, en muchas ocasiones, un problema sexual no resuelto lleva a un grave problema de pareja.

Sugerimos a las parejas que empiezan a padecer un problema sexual no dejen que se enquiste, busquen asesoramiento profesional de un psicólogo o médico sexólogo y que expongan su problema en la certeza de que existe asesoramiento, apoyos y tratamientos eficaces. La mayoría de los problemas sexuales se resuelven con un mejor conocimiento y educación sexual.

Buscar ayuda

Mantener en silencio un problema, una duda o un dilema sexual sólo contribuye a hacer más amplia la distancia con nuestra pareja. Si el dolor duele, mantenerlo en silencio nos hace sufrir doblemente y disminuye nuestra autoestima.

En nuestras manos está poner límites a este sufrimiento buscando, aunque sea en una sóla sesión y, si lo desea en privado y sin su pareja, a un profesional que le asesore en este tema. Seguro que después de comentarlo, al menos le habrá servido para dejar la pesada carga de tener que soportarlo en silencio. Suerte en este intento.

Publicado en (provisionalmene deshabilitado): ileon.com (30 noviembre 2014)