Vivir en pareja
Algunos estudios, como el realizado por (Mathew et al, 2001), sugieren que las personas que están satisfactoriamente casadas tienen mejor salud física y mental que las solteras, una vida cinco años más larga, ejercen menos conductas de riesgo, poseen mayor autoestima, satisfacción en la vida y menor estrés, además de mayor frecuencia de conductas sexuales. En términos generales muestran una mayor felicidad.
Por ello nos preguntamos, ¿qué características tienen que darse para considerar a una pareja sana? En nuestra consulta hemos podido observar que podemos considerar como tales a aquellas que mantienen una relación en la que predomina el intercambio de conductas gratificantes frente a conductas castigadoras (5-1), poseen suficientes habilidades de comunicación, negociación y de resolución de problemas, tienen unas expectativas realistas sobre la relación y realizan interpretaciones sobre la relación atribuyendo las conductas positivas a factores internos y las negativas a factores externos. Las consecuencias de sus interacciones son menos predecibles.
León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (5 junio 2013). Audio cortesía de Nacho Arias.
Habilidades de comunicación en la pareja
Uno de los mitos de la pareja es que no se comunican, pero en realidad sí lo hacen, y en ocasiones demasiado. Para que una pareja funcione mejor sería conveniente:
- Superar los modelos aprendidos en la familia de origen.
- Saber respetar y escuchar al otro, más los hombres, sin dar demasiados consejos.
- Saber expresar sentimientos positivos y negativos (halagos y quejas).
- Saber ver por los ojos del otro (empatizar).
- Saber ser mutuamente gratificante y pedir perdón cuando uno se equivoca.
Pareja y deseo sexual
Con los años de convivencia suele darse una pérdida de deseo sexual. Aunque esta es la primera fase en la respuesta sexual en parejas jóvenes, no suele serlo en las que llevan algún tiempo conviviendo. Este proceso es algo lógico en el devenir de la habituación, con los años, de la convivencia en pareja. Es conveniente, según nuestra experiencia, comprender este hecho y esforzarse para superarlo.
En la pérdida de deseo sexual, además de la rutina, influyen otros factores físicos y/o psicológicos como son los problemas en la relación, los problemas emocionales en uno o en ambos miembros de la pareja, enfermedades crónicas u hormonales o el uso de determinados fármacos.
En función de las causas se podría hacer una terapia encaminada a la mejora de la relación de pareja, a ampliar las relaciones sociales y dar pautas de conductas sexuales con la pareja. Modificar el uso medicamentoso podría estar indicado en algunos casos.
Hola.
Mi nombre es José María.
Quería exponerle un caso para saber si entraría en alguna de sus especialidades la posible solución.
Tengo 40 años y salí de 2015 a 2018 con un chico de 25.
Comenzó bien sexualmente siendo él pasivo y yo activo.
Tras el verano de 2017 noté reticencias sexuales. Él lo justificaba con que pasaba un mal momento anímico por cuestiones laborales.
Y así hasta febrero de 2018. Ahí rompimos. O rompí. Aquello había debilitado la relación: no se podía hablar del tema, se convertía en una estatua cuando le tocaba, no quería quedarse en casa…
Luego con el tiempo supe que en eso meses finales de relación se acostaba y tonteaba con un tipo más atlético de 47 años.
También debo decir que en ese tiempo y ante su pasotismo sexual, yo también comencé a quedar con otra gente.
La cosa ha querido que volviéramos tras romper con el atlético, con quien tuvo una vida sexual atractiva con tríos y fetichismos como lencería o suspensorios, porque pasaba de él.
Volvimos en noviembre y desde entonces apenas hemos tenido unas masturbaciones.
Retornó a la idea de traumas para evitar el sexo. Según me explicaba, no se sentía bien.
Acabó por evitarme a mí: por no querer quedar, por no querer quedarse en casa, por no querer besarme.
Y yo me nublaba en insistía en saber qué pasaba. Según él, nada.
Pero ya, ante ciertos pensamientos o intuiciones de infidelidad, para aclarar, hablé con él tajantemente.
Me confesó que no hay traumas. Que me quiere mucho. Y que, no quería decírmelo por no romper nuestro universo, nuestro vínculo y preocuparme o hundirme, pero que no se excita conmigo. Y que en este tiempo de segunda oportunidad, se había acostado con otros, incluido el atlético de 47.
Al cual le regaló por Navidad una Alexa y a mí un pijama.
En este tiempo, y nuevamente ante su pasotismo, yo también me he acostado con otros, pero no les regalé nada por Navidad.
Trataría de intentar avanzar sexualmente entre nosotros, de buscar caminos para solucionarlo. Pero se niega. Le irrita plantear el tema. Le irrita que plantee tiempos, que plantee posibles soluciones. Juegos, viajes. Lo que sea. Nada.
Honestamente, abandonaría ya la relación porque me cansó. Y a veces pienso que en mí quiere a un amigo y para el sexo, la pasión, prefiere a otros, o al otro. Que es egoista por jugar así. Pero me vienen a la cabeza los buenos momentos, se acurruca a mi vera, se abraza a mí en la cama pidiendo que no pasen las horas… y ya no sé qué pensar.
Y llegados a este punto, y si en teoría me quiere, me planteo, tal vez, tratar de solucionarlo con algún profesional.
Por ello le escribo:
-¿Qué opina?
-¿Que no excita a quien en teoría me quiere como novio y no solo como amigo, tiene solución?
-¿Cuál sería?
-¿En qué consistiría?
-¿Cuánto duraría?
-¿Cuánto costaría?
Sin más, gracias por su tiempo y su paciencia con esta narración propia de consultorio radiofónica de los años 40.
Espero su respuesta con ansiedad… o tal vez con resignación. Porque ya no sé ni cómo ando tras unos días muy angustiado por lo que intuía y otros noqueado por lo que ha sido.
Muchas gracias por sus confidencias. Entiendo que el deseo sexual de su pareja es diferente al suyo. Sería bueno aceptar la distancia sexual que él tiene con Ud. para mantener relaciones sexuales. Salvo que él quiera no podríamos obligarle a ello. Solemos observar, por otra parte, cierta promiscuidad en el colectivo homosexual.
Tendría que partir de su pareja y si él no lo deseara tendría que plantearse la relación con él para el futuro. Si el dolor fuera mayor que el placer de tenerle a su lado podría valorar la pertinencia de seguir o no su lado.
Si él quisiera, sin ser obligado ni chantajeado emocionalmente, se podría trabajar en mejorar su respuesta hacia Ud. Cómo, cuándo y el coste estaría condicionado en función de las características de la distancia afectiva que tuviera su pareja con Ud.
Un cordial saludo,