Hoy vamos a hablar de algo que en cierta medida puede ser algo polémico o incómodo, pero de lo que es necesario hablar, como de cualquier tema que de primeras no genere cierto azoramiento. Me refiero a la educación sexual de los más jóvenes, en un mundo donde además por mi primera vez desde la historia de la humanidad, cualquier niño pequeño puede acceder a cualquier contenido existente a través de la tablet o el móvil, hecho que no tenemos todavía del todo claro. 

La educación sexual y sus problemas

Los jóvenes están siendo educados sexual y afectivamente principalmente por personas o empresas que solo buscan enganchar delante de la pantalla el mayor número de horas posibles, en donde la sexualidad es un reclamo sugerente y omnipresente. 

Lo que nos escandaliza es que un niño pequeño acceda a contenido pornográfico explícito añadido a violencia o sumisión, pero no hace falta llegar a ese punto final para encontrar imágenes o escenas poco adecuadas. Solo que hay fijarse en lo generalizado que está la sexualidad como reclamo publicitario, la cantidad de webs lleno de spam pornográfico o comparar la estética de los youtubers de moda dependiendo de si son hombres o mujeres (ya lo adelanto, el físico es mucho más normativo socialmente en el caso de las mujeres).

No obstante, no todo contenido que proviene de la red tiene que ser tóxico per se, sino que el conflicto de intereses, en mucha de esa información que pensamos como verídica, es bastante claro. Básicamente se quiere vender un producto o tus datos de usuario, con lo que tenemos que contrarrestar ese flujo de información sesgada con profesionales bien formados, que divulguen de manera empírica y clara, sin caer en el sensacionalismo o puritanismo que, muchas veces, vemos como reacción ante este flujo de información sin control.

 

Más de Uno León con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (8 febrero 2023). Audio cortesía de Jorge Martínez.

La educación sexual es necesaria

Según la evidencia científica la educación sexual en las escuelas funciona. Produce cambios tangibles y reales sobre las actitudes y creencias de los jóvenes con todo lo relacionado con la sexualidad. Concretamente diversos autores plantean como siete áreas principales de trabajo para explicar a los menores:

  • Reconocer la riqueza y la diversidad de lo sexual.
  • Disminuir o directamente eliminar el acoso basado en la homofobia.
  • Mejorar la comprensión de los roles de género y su origen.
  • Reconocer la igualdad de género y la justicia social merecida para todas las personas.
  • Prevención de la violencia en la pareja.
  • Mejorar los conocimientos sobre identificar y denunciar situaciones de violencia de género.
  • Disminuir tanto los actos como la victimización de situaciones de violencia de género.
  • Mejorar la habilidades de comunicación y autorregulación emocional relacionadas con la sexualidad.
  • Entrenar en comprender los mensajes que recibimos de los medios de comunicación y reconocer las fake news.

Se pueden añadir más y más aspectos en los que se pueden trabajar, pero creo que estos serían los más relevantes y que todo programa de educación sexual debería tener en sus contenidos.

Falacias de la educación sexual

La idea tan manida de que se “corrompe” a los menores de edad con la educación sexual es totalmente falaz, ya que si se les presenta la información acorde al procesamiento propio de su edad esto producirá un efecto más profundo a largo plazo. Lo mismo ocurre por ejemplo con el tema del racismo, ya que cantidad de estudios corroboran que cuanto más pequeños se eduque en la diversidad en la raza humana, menos actitudes xenófobas y racistas mostrarán con el paso de los años. 

La evidencia también muestra que la etapa más importante para realizar programas de educación sexual sería la adolescencia, aunque desde luego es importante empezar ya en las primeras etapas escolares a educar sobre todo en la igualdad y en respeto, quizás centrándonos más enseñar sobre relaciones de poder y naturalizar y desculpabilizar el cuerpo y sus órganos sexuales.

La adolescencia es la etapa más importante principalmente porque sería el despertar de la actividad sexual, aunque esto no significa que un niño no esté sexualizado, simplemente se produce la maduración propia de la reproducción como especie. Es una época además de perplejidad para los adolescentes por los profundos y rápidos cambios que se producen, tanto físicos, hormonales, cognitivos o la tremenda importancia que tiene el prestigio social. Además, la probabilidad de que aparezcan enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados ya se hace real, con lo que es indispensable empezar desde el principio de la secundaria con programas e intervenciones constantes para que aprendan a manejar, lo antes posible, la cantidad de cambios que les abruman.

¿Cómo abordar toda la educación sexual con adolescentes?

Sería una intervención basada en las nuevas tecnologías. Hay que asumir que para un cerebro adolescente (inmaduro en gran medida), mantener la concentración de una charla de hora y media hecha por un adulto va a ser muy difícil, nos guste o no, y tenemos que buscar maneras para transmitir la información en su propio lenguaje. 

Principalmente sería con un uso eficaz de las nuevas tecnologías, ya que las estadísticas muestran que la mayor parte de la información la reciben de las redes sociales, especialmente TikTok, Instagram y Youtube. También sería importante desprenderse del típico toque de condescendencia de “esta juventud está perdida, son blanditos y adictos a las pantallas” que desde luego no ayuda a conectar con ellos. Como cualquier nueva generación, y especialmente en el mundo actual, viven en un mundo diferente al de la anterior, pero no es mejor ni peor, simplemente tenemos que aprovechar las ventajas de hoy en día (como que procesan y conectan muy bien diferentes contenidos, aunque su atención sostenida haya disminuido comparado con décadas pasadas).

Por último, diversos autores también comentan que a la hora de hacer un programa de educación sexual efectivo, tendría que tener ciertas características específicas, que serían:

  • Evaluar las necesidades concretas en las que podemos aportar información útil, no intentar un imponer un relato o un discurso a toda cosa (por ejemplo, siendo moralistas y culpándoles de todo acto que hagan).
  • Trabajar con un equipo multidisciplinar, ya que la sexualidad es un campo amplio y expertos en diferentes áreas (legales, médicas, emocionales) pueden aportar información más útil y específica para ellos.
  • Hacer un seguimiento, no dar la charla y ya está, sino intentando estar lo más implicados posible, estudiando los efectos de la información aportada y las preguntas respondidas, para sí poder ajustar cualquier aspecto que veamos mejorable.

Bibliografía:

  • Garzón-Orjuela, N., Samacá-Samacá, D., Moreno-Chaparro, J., Ballesteros-Cabrera, M. D. P., & Eslava-Schmalbach, J. (2021). Effectiveness of sex education interventions in adolescents: An overview. Comprehensive child and adolescent nursing, 44(1), 15-48.
  • Goldfarb, E. S., & Lieberman, L. D. (2021). Three decades of research: The case for comprehensive sex education. Journal of Adolescent Health, 68(1), 13-27.