Estas charlas-coloquio gratuitas pretenden informar a la población leonesa sobre los recursos que existen para ayudarnos a mejorar nuestro bienestar emocional. Se comentarán estrategias que sirvan como alternativas para optimizar nuestro estilo de vida en la situación de crisis de la sociedad actual.
Horario: de 19,30 a 21 h.
Fechas: de enero a mayo de 2020.
Lugar: CEPTECO (Centro Psicológico de Terapia de Conducta). Plaza Cortes Leonesas, 9-6º Dcha. 24003 León.
Teléfono para la reserva: 987 261 562 (L-J: 9 a 14 h. y de 17 a 20 h. V: 8 a 14,30 h.).
Grupo: máximo de 15 personas y mínimo de 4.
Reserva: se realizarán las reservas a partir del lunes de la semana anterior a cada una de las charlas-coloquio hasta llenar el aforo.
El «síndrome de la silla vacía» es un término coloquial (no clínico) que se utiliza para describir la sensación de melancolía que puede experimentarse durante eventos familiares por la pérdida de un familiar querido, como las celebraciones navideñas, cuando alguien importante está ausente. Esta ausencia puede deberse a la pérdida de un ser querido, un ruptura afectiva, la distancia física o cualquier otra razón que haga que una silla que solía ocupar esa persona esté vacía.
Aunque hemos unido la envidia a conceptos con connotaciones negativas, en los últimos años ha habido cierta reconceptualización en la literatura científica, reconociendo que aunque sea una emoción con características hostiles y malignas, han aparecido nuevas investigaciones, ya que esta puede tener dos caras y pudiendo tener propiedades constructivas y de cohesión social.
Es una fase vital en el neurodesarrollo cerebral de extrema importancia ya que se asientan las bases definitivas del cerebro para la vida la adulta. Aclarar que el cerebro es plástico y que en principio su neurodesarrollo final ocurre entre los 25 y 30 años. Los cambios fisiológicos son muy evidentes, muy bruscos y muy disarmónicos, en el sentido de que imaginemos un sistema que crece de manera desigual hasta que alcanza su equilibrio final. También es una época de profunda vulnerabilidad, en donde cualquier desajuste puede causar consecuencias muy graves durante toda la vida de una persona. Lo mismo que se asume unánimemente la protección de la infancia, también ocurre con la adolescencia. Lo que pasa es que son más grandes, más inteligentes y mucho más impredecibles que los niños, de ahí que cueste más no confrontarles de manera reaccionaria a la mínima ocasión.