Lo que sí está medianamente claro y bien estudiado es lo que provoca la sensación de infidelidad: una ruptura repentina de nuestro sistema de creencias que nos deja deprimidos, confundidos, culpables y avergonzados.
Master y Johnson comentaban que la mitad de las parejas tienen un problema sexual en algún momento de la relación. La edad, por los problemas físicos derivados, también suelen empeorarla. Los problemas sexuales más importantes y que requieren nuestra mayor atención son, en la mujer, la falta de deseo, el vaginismo, la dispareunia -dolor en coito- y la falta de orgasmo. En el hombre, la DE, la Eyaculación Precoz (EP) y cada vez más, la falta de deseo. Si a eso le añadimos los problemas en la relación de pareja tenemos un amplio abanico de intervención. Todos estos problemas suelen tener muy buen pronóstico y existen combinación de tratamientos psicológicos y médicos muy eficaces.
Para abordar los problemas sexuales, en primer lugar, habría que descartar problemas orgánicos que suelen abordarse médicamente. Sabemos que los 4 jinetes del Apocalipsis de los problemas sexuales son la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial y la dislipemia. Uno o la combinación de varios de estos factores fisiológicos haría más probable tener un problema sexual tanto en el hombre como en la mujer.
Por otro lado, habría que evaluar problemas de pareja que influyan en la relación y el estilo de vida de la persona que lo sufre (uso de drogas -tabaquismo, alcoholismo-, fármacos, sedentarismo…) que suelen también empeorar la salud sexual. Recordemos que todo problema sexual puede tener una causa orgánica pero siempre influye psicológicamente en quien lo padece y a la pareja.
Pensamos que existe una mayor eficacia en los tratamientos cuando existe una combinación médico-psicológica realizada por el sexólogo.
Mantener un estilo de vida sano en la alimentación evitando el sobrepeso y la obesidad, comiendo moderadamente, evitar el abuso del alcohol, dejar el tabaco, hacer ejercicio al menos 3 veces por semana durante 45’.
Evitar el uso de fármacos ansiolíticos y antidepresivos que influyen en la respuesta sexual. Además de los antihipertensivos, hormonales y neurolépticos que interfieren en ella. Es conveniente consultar al médico en estos casos.
Por último, intentar tener una vida sexual satisfactoria con una pareja con la que uno se sienta a gusto.
Lo que sí está medianamente claro y bien estudiado es lo que provoca la sensación de infidelidad: una ruptura repentina de nuestro sistema de creencias que nos deja deprimidos, confundidos, culpables y avergonzados.
La población va adquiriendo una sensibilidad cada vez mayor sobre la relevancia de cuidarnos mentalmente con todo lo que ella implica. Ha habido una explosión en los medios de comunicación en tratar sobre la importancia de la salud mental (especialmente por el tema de la pandemia) pero, como cualquier tema que se pone de moda, siempre aparecen charlatanes y timadores que aprovechan para lucrarse lo más posible. Por ello, no nos cansamos de recordar una serie de orientaciones para intentar mejorar nuestro equilibrio emocional.
Cuando hablamos de salud sexual nos referimos a un proceso continuo de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. No se trata sólo de la ausencia de enfermedad, de problemas de disfunción o de discapacidad, se entiende como disfrute en las relaciones afectivas y sexuales con la pareja. Sabemos que el tener problemas sexuales empeora la calidad de vida de la persona y su pareja en todos los aspectos.