Una de las formas de estudio más eficaz para explicar los vínculos afectivos viene dada por la teoría del apego: Todos los seres humanos deseamos ser queridos y establecer fuertes lazos afectivos que nos vinculan y que condicionan nuestra supervivencia. Pero si tenemos problemas con estos vínculos también podemos tener problemas en generarlos con nuestras parejas e hijos y tener problemas emocionales.

Concepto de apego

El apego se establece desde la infancia y se desarrolla durante toda la vida. Cuando se establece con una pareja está mediatizado por el deseo, la atracción, el enamoramiento y las conductas sexuales, el grado de intimidad y el establecimiento de cuidados y atenciones hacia la otra persona.

Bowlby (1968) definió el concepto de apego como como un vínculo afectivo de naturaleza social que cubre necesidades emocionales y básicas. Tiene como función la supervivencia (cercanía) y la seguridad emocional. Se consigue con la proximidad y el confort con la presencia o contacto con la persona amada.  

El apego tiene distintos componentes:

  • Cognitivo: aceptación incondicional, nos quiere y nos protege, nos ayuda y crea un modelo mental.
  • Emocional: seguridad íntima, pertenencia y dependencia.
  • Comportamental: atiende, protege y cuida, desea proximidad, refuerza, busca el contacto y consuela.
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Onda Cero: Javier Chamorro con Miguel Ángel Cueto. 18 febrero 2015. Cortesía de Nacho Arias.

La influencia del apego en las relaciones de pareja

La historia de apego en la infancia y en la adolescencia conforma un estilo de apego adulto que regula la forma de vivir en pareja ya que se adquiere a lo largo de ellas la confianza o desconfianza básica. El aprendizaje del apego genera seguridad o inseguridad de la autoestima y los sentimientos de bienestar o malestar que esta aporta. También se adquiere el código de la intimidad, el uso de la mirada, abrazos, espacios, caricias… ayudando la relación con las figuras de apego a compatibilizar las relaciones con las dos familias de origen.

Los estilos de apego influyen y suelen predecir numerosos aspectos de las relaciones íntimas que una persona desarrolla durante toda su vida: el enamoramiento, la atracción, la elección de pareja, tipo de vínculo afectivo que establece… Un apego inseguro en la infancia correlaciona con conductas delictivas en la adolescencia y mala elección o problemas en la convivencia en pareja. Genera vulnerabilidad para padecer un problema psicológico (Shaver y Hazan, 1987). No obstante, los procesos de aprendizaje posteriores en la interacción y convivencia con la pareja, hace que se modulen, modifiquen o cambien dichos patrones de comportamiento.

La necesidad de crear vínculos afectivos

Nuestra existencia está jalonada de vínculos afectivos. De apego cuando somos niños y que nos permite sobrevivir; de amistad cuando somos adolescentes y nos ayuda a socializarnos y a compartir nuestras emociones y deseos. De pareja cuando somos adultos y nos hace crecer mediante una comunicación más íntima y profunda. Todos los vínculos, unos necesarios y otros elegidos, se establecen con el fin de lograr un buen equilibrio personal.