Comentamos en un blog anterior que las pequeñas cosas son las que hacen armoniosa una relación de pareja: se respetan, se conocen, se piden perdón si se equivocan, aceptan la influencia del otro y saben que hay problemas insolubles que aceptan. Por el contrario, en una pareja que funciona mal suele haber un planteamiento violento, generar críticas de forma constante, buscar un culpable cuando hay problemas y sentirse abrumados cuando están juntos.

En cuanto a los hijos, también explicamos, que somos partidarios de evitar ponerlos en el centro de la relación ya que esto hace que la pareja se distancie y tenga que reencontrarse, si sobrevive después de la crianza de los hijos, cuando se encuentran con el nido vacío.

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Onda Cero: Javier Chamorro con Miguel Ángel Cueto (18 marzo 2015). Cortesía de Nacho Arias.

Las relaciones con la familia política

Las relaciones con la familia política suelen poner a prueba la cohesión de la pareja. Recordemos que uno convive contra otro después de separarse de sus padres. Las tensiones familiares suelen ser más comunes entre la suegra y la nuera: diferencias de opiniones, personalidades y puntos de vista distintos que se van haciendo más evidentes a medida que pasan más tiempo juntas. Pueden, además, surgir conflictos más profundos sobre valores, trabajo, religión, dónde y cómo educar, cómo vivir…

¿Cómo actuar si se produce esta situación?

No está de más recordar que la prioridad al convivir en pareja es, en primer lugar, la propia pareja. Ambos miembros de la pareja deben ponerse de parte del otro miembro ya que una de las tareas básicas en el matrimonio es establecer un sentido de solidaridad en la relación. También es primordial que no se tolere ningún desdén de los padres hacia la pareja, siendo incluso necesario, algunas veces, apartarse en cierta medida de sus familias de origen.

Otros problemas que pueden surgir

Las personas dependientes pueden generar problemas por no saber desligarse de sus padres. Y el progenitor puede no reconocer plenamente las necesidades de autonomía de su hijo/a y resistirse a pasar a un segundo plano. Por otro lado las personas poco valoradas en su propia familia podrían quedar eclipsadas por una pareja demasiado bien recibida, lo que podría generar problemas emocionales al miembro doblemente marginado. Asimismo personas con muy altas expectativas de ser aceptadas por la familia ajena podrían frustrarse por otra nuera o yerno más brillante o la pareja de otro hijo más valorado. También pueden existir problemas en el proceso de crianza de los hijos, si se tienen, por consejos múltiples que condicionan la libertad educativa.

Consejos para manejar las relaciones con nuestra familia política

  • Respetar las relaciones de nuestra pareja con su familia. No imponer en ningún sentido salvo que condicionen gravemente la convivencia en pareja.
  • Pactar con la pareja hasta dónde estamos dispuestos a confraternizar con los parientes políticos.
  • Negociar las estancias en la casa de la familia del otro si estas son complicadas.
  • Evitar ser la persona que le haga ver al cónyuge los defectos y limitaciones de su familia, es mejor esperar a que otra circunstancia le abra los ojos.
  • Lo ideal es que la pareja haga frente común y afronte conjuntamente los problemas que plantee la relación con ambas familias.
  • Evitar en los progenitores un conflicto de lealtades. Conviene reconocer y explicitar la situación precozmente, colocándose en el papel de amigo y colaborar y no en el de rival.