Aunque ya hemos escrito con anterioridad en este blog acerca del acoso escolar, desgraciadamente la actualidad nos lleva a tratar nuevamente este tema.

Características del acoso escolar

El acoso escolar se caracteriza por ser un comportamiento agresivo y sistemático, que se produce de forma repetitiva durante un período de tiempo prolongado y tiene como objetivo intimidar, aislar y someter emocional e intelectualmente a la víctima para así satisfacer la necesidad de controlar, dominar, agredir y destruir a los demás.

Hay varios tipos básicos de acoso: agresiones físicas, psicológicas (verbales) y de exclusión social, donde el acosador machaca y hunde la personalidad y la autoestima de su víctima existiendo, en la mayoría de los casos, un desequilibrio de poder entre el acosador y el acosado que puede ser real o ser una percepción subjetiva por parte de la víctima. La persona acosada suele ser, generalmente, un menor con falta de habilidades sociales para defender sus derechos.

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Audio: León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (9 marzo 2016). Cortesía Nacho Arias.

El acoso suele darse en todos los ciclos educativos pero es especialmente importante en los ciclos de educación secundaria, durante la adolescencia, dado que es un periodo crítico en la socialización de los jóvenes para integrarse en la sociedad. Hay que tener en cuenta que como el acoso tiene un componente colectivo al ser un hecho conocido por otros compañeros, en la mayoría de los casos, puede acabar siendo víctima cualquier escolar que no tenga el amparo de estos últimos. Al contrario, esta situación suele pasar desapercibida para los adultos (padres y profesores).

Cuando nuestro hijo está siendo acosado

Aunque cada menor responde de manera diferente ante el acoso, los síntomas más habituales suelen ser:

  • Evitar ir al colegio justificándolo con molestias psicosomáticas.
  • Hacer novillos o faltar al colegio dando explicaciones poco convincentes.
  • Tristeza y aislamiento social.
  • Mostrar enfado ante ligeras frustraciones.

Todo ello interfiere en la vida académica provocando, con frecuencia, malos resultados académicos. Puede repercutir también en su vida adulta dificultando sus relaciones sociales y especialmente su seguridad y autoconfianza.

Los padres debemos emplear todas las estrategias posibles para hablar con nuestro hijo ante la sospecha de que puede estar en situación de riesgo o siendo acosado. Debemos acudir al centro escolar, lo antes posible, para comentar lo que le sucede, hablar con su tutora y ayudar a nuestro hijo a comentarlo. Los centros educativos suelen contar con un profesor o grupo de mediadores que le pueden ayudar superar este problema poniendo límites a este maltrato. Igualmente, si presenta algún problema emocional o de habilidades sociales sería razonable que acudiera a un psicólogo que le ayudara a superarlo.

El menor acosador

El acosador tiende a comportarse de forma impulsiva ante la provocación, a usar el control y el miedo como eje de su manipulación hacia los demás. Aunque existen perfiles de personalidad narcisistas y antisociales más proclives a generar dichas conductas hacia los demás, el uso de la agresión en un niño para resolver los conflictos, es un comportamiento aprendido que puede comenzar a una edad temprana. Si no se controlan estas conductas en los primeros años de la infancia, se empeorará a medida que el menor crece, por eso es importante que los padres actúen lo antes posible para disminuir el comportamiento agresivo. Este comportamiento se puede cambiar enseñándoles conductas alternativas positivas como la empatía, la compasión o la reciprocidad.