La falta de autocontrol ante estímulos sexuales, la incapacidad para mantenerse inactivo sexualmente, la búsqueda incesante del sexo, la obsesión de la gente bombardeada por medios informativos: TV, revistas…, buscar en el sexo alivio a corto plazo ante sentimientos de inseguridad y/o ansiedad son algunos de los elementos que motivan a un individuo a padecer esta adicción. Al finalizar el clímax sexual vuelven los mismos sentimientos que le hacen buscar nuevamente el sexo (círculo de la adicción).

En ocasiones, la obsesión sexual –cualquiera que ésta sea– se genera porque el sexo es contemplado como algo prohibido, y, a menudo, lo prohibido fascina. Además, suele ir acompañada por sentimientos de culpa –con el consecuente secretismo– en quien la padece.

El proceso de la “adicción”

En la primera fase, la persona se absorbe en pensamientos o fantasías sexuales. Luego empieza a seguir determinadas rutinas o rituales en busca de estimulación sexual, lo cual puede convertirse en algo más importante que el orgasmo. Entonces se efectúan determinadas conductas relacionadas con la obsesión –cuya ejecución no disminuye el deseo ni satisface la necesidad–.

A veces, la obsesión se manifiesta vehementemente sólo durante ciertos períodos, que pueden estar asociados al estrés. En otros casos, es constante aunque quizás menos intensa. También vemos casos que presentan una especie de anorexia sexual, por causa de su afán por mantener un estricto control sobre su obsesión. Concretamente, puede tratarse de conductas masturbatorias, fetichistas, afición a la pornografía, promiscuidad… La severidad de la adicción está determinada por la cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos que suponga para la persona.

Posibles repercusiones para la persona adicta

En términos generales, la obsesión por el sexo se manifiesta por medio de conductas que persisten e interfieren en la vida cotidiana. La actividad sexual en cuestión se convierte en una prioridad y se descuidan otros aspectos. Las consecuencias de la obsesión por el sexo pueden tener repercusiones en el ámbito social, emocional, físico –estrés, nerviosismo y posibles contagios– legal, económico y profesional de quien la padece. Viéndose también afectada la relación normal con su pareja, en caso de tenerla.

Desean realizar actos sexuales que provoquen sentimientos de ansiedad o depresión, culpabilidad o vergüenza, y suelen emplear tiempo de otras ocupaciones en busca de aventuras sexuales u otros aspectos relacionados con el tema. Podemos decir que se ven impulsados al sexo como huida a otros problemas vitales.

Tratamiento de la adicción al sexo

En la actualidad, suele trabajarse con la terapia sexual interviniendo con ambos miembros de la pareja. Se hace una entrevista inicial conjunta, después individual con cada miembro de la pareja y, después de hacer el Análisis Funcional, se lleva a cabo la terapia sexual sólo o con la pareja mediante pautas de comunicación, fantasías, control estimular, distracción… o sexuales. Igualmente, se emplean técnicas cognitivas y conductuales para ayudar a la persona a controlar las compulsiones y obsesiones que presenta. La combinación de terapia psicológica y medicamentosa suele ser la mejor opción en la mayoría de los casos a los que hemos ayudado.

Publicado en (provisionalmente deshabilitado): ileon.com (24 marzo 2015)