Es la violencia específica de un miembro de la pareja sobre otro. Habitualmente es usada por los hombres contra las mujeres como instrumento para mantener la discriminación, la desigualdad y las relaciones de poder. Se produce generalmente en el ámbito privado y comprende la violencia física, sexual y psicológica.

Suele darse una reiteración de actos violentos donde el dominio del agresor consigue el sometimiento y control de la víctima. Afortunadamente, ha dejado de considerarse un asunto privado y ha empezado a reconocerse como un problema de salud. El principal factor de riesgo lo constituye el sólo hecho de ser mujer. Se produce en mujeres de cualquier clase social, en todas las culturas y en cualquier grupo de edad.

Audio: León en la Onda con Javier Chamorro y Miguel Ángel Cueto (9 noviembre 2016). Cortesía de Jorge Martínez.

Consecuencias del maltrato para la mujer

El maltrato genera diversos problemas emocionales (ansiedad, depresión, bajo autoconcepto, sumisión y dependencia…), llegando al deterioro cognitivo leve. La violencia ejercida sobre la mujer también puede producir consecuencias a nivel social como pueden ser el aislamiento, la pérdida de empleo o el absentismo laboral.

Solemos preguntarnos ¿por qué la mujer no denuncia enseguida la violencia? La esperanza en que la situación cambie (amor romántico), la falta de apoyo familiar, social ó económico, el miedo a represalias en ellas o en sus hijos, la vergüenza ante la sensación de fracaso o culpa, el aumento de la tolerancia a los comportamientos violentos, la dependencia de la mujer respecto a su pareja (psicológica y/o económica) y el miedo al aparato judicial, no sabiendo  a quién dirigirse o a qué servicios acudir, son los factores que influyen en buena medida para que la mujer no se atreva a dar el paso.

Cuando los hijos son testigos de la violencia doméstica

Se pueden originar graves consecuencias en los hijos cuando estos son testigos de la violencia que se produce en el hogar dándose un riesgo de alteración de su desarrollo integral. Tienen sentimientos de amenaza: su equilibrio emocional y su salud física están en peligro ante la vivencia de escenas de violencia y tensión. Se producen dificultades de aprendizaje y, también, en la socialización. Suelen adoptar comportamientos violentos con los compañeros, y se da una mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas y trastornos psicopatológicos secundarios.

¿Qué puede hacer una mujer que sufre maltrato o un hombre que lo ejerce?

En el caso de las mujeres y sus hijos pueden pedir ayuda en el programa de Apoyo emocional para mujeres víctimas de violencia y malos tratos, servicio de asistencia a la mujer de la Junta de Castilla y León que desde 2001 se lleva a cabo de forma gratuita proporcionando atención jurídica, social y psicológica. También se presta atención a los hijos que sufren esta situación. Pueden también acudir a las áreas de la mujer de los Ayuntamientos o a los servicios sociales de su zona o llamar al 012 o al 016. En cuanto a los hombres que ejercen el maltrato pueden solicitar voluntariamente ayuda en el Programa Fénix, donde se les apoyará psicológicamente de forma gratuita para evitar seguir maltratando a sus parejas.

Sabemos que pedir ayuda no es síntoma de debilidad sino de inteligencia cuando la situación nos desborda.